Identificarse Registrar

Identificarse

Índice del artículo


Por eso observamos y nos observan miles y miles de personas caminando día a día por las veredas muertas, como fantasmas bajo el sol que se ocultan de la fulginosidad del final, escondiéndose en vano de la guadaña que posa en cada nuca desde el primer vagido hasta el último suspiro. Vemos en ellos (y ven sobre nosotros) unas acendradas corbatas escondiendo cuerpos fofos, horribles; palurdos hombres y espurias mujeres que corren al socaire de un muro frío, envueltos en una seda tan fina como la línea en que hesitan sus exangües piernas.


Si el amor existe, entonces es en la muerte, en el término. Resulta ser el hallazgo (ese verdugo de quien busca). Pero de todas maneras no nos queda más remedio que embarcarnos en el bote de ciegos, buscando sobre el eterno horizonte. Hacinados a punto de hundirnos o, en el más inexplicable de los casos, salir a flote.

Por favor comparta este artículo:
Pin It

Están en línea

Hay 328 invitados y ningún miembro en línea

Concursos

Sin eventos

Eventos

Sin eventos
Volver