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Hace 200 años murió en Santafé de Bogotá José Celestino Mutis, Sus conocimientos profundos en muchas disciplinas dejaron honda huella en la cultura colombiana, Aunque representa la Expedición Botánica el mayor de sus legados, no es menor su aporte a la historia de la nuestra medicina. Como homenaje a su memoria destaco en este escrito (editado de otra de mis publicaciones) su paso por el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, y su imponderable papel en la organización de la mejor cátedra de medicina en el Virreinato de la Nueva Granada.

INTRODUCCIÓN

Fray Cristóbal de Torres, confesor en la corte de los reyes católicos, llegó al Nuevo Reino de Granada en 1635, con la misión de renovar la espiritualidad y la moral, que desde la distancia de los dos mundos se percibía arruinada por un clero ignorante y afecto a los bienes materiales. Felipe IV lo designó y Urbano VIII lo nombró octavo Arzobispo del Nuevo Reino de Granada en 1634. El célebre dominico concibió la fundación de un instituto de estudios superiores al percibir la rivalidad académica entre su comunidad y la compañía de Jesús, tranzadas en pleitos de carácter legal. "Hipotecando sus rentas y sus bienes por la suma de ciento diez mil pesos”, escribió Germán Pinilla Monroy, protocolizó su fundación con el escribano Tomás Guío Cervelló en 1645. Ese nuevo ente educativo, consagrado a la las cátedras de teología, leyes y medicina, es el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, construido en casas de la propiedad de Fray Cristóbal en la carrera sexta con calle catorce de la Bogotá actual. En 1651 recibió la aprobación real, que le concedió al colegio los mismos honores y privilegios de que gozaba el del Arzobispo de Salamanca. En la cumbre de sus 80 años y siete meses antes de su fallecimiento, Fray Cristóbal de Torres inauguró solemnemente su colegio, el 18 de diciembre de 1653.

APARICIÓN DE MUTIS EN SANTAFÉ DE BOGOTÁ

La cátedra de medicina tuvo un destino azaroso, con muchas interrupciones dependientes de la cuestionada idoneidad de sus docentes, y de la apatía de los jóvenes santafereños, poco adeptos al estudio de la medicina. No obstante en 1760 llegó a Cartagena y en febrero de 1761 a Santafé un joven médico gaditano que habría de convertirse en el padre de la medicina colombiana: José Celestino Bruno Mutis y Bosio. Había tomado en Sevilla los cuatro cursos de medicina: prima, vísperas método y anatomía, y cirugía, y había realizado los dos años de prácticas en Cádiz, para graduarse en 1755.

Su sabiduría fue manifiesta desde su misma llegada, al punto que el rector León y Herrera le ofreció la cátedra de medicina, la que no aceptó en consideración a quien la regentaba y por el tiempo que conllevaba la enseñanza. Mutis fue reacio a aceptar la cátedra en el Colegio del Rosario, probablemente porque sus planes eran demasiado serios y ambiciosos, nunca por falta de vocación académica, puesta de presente desde su llegada a Santafé con lecciones privadas de matemáticas y astronomía, que llevaron a Don José Joaquín Herrera y León a proponerle que las dictara en las aulas del Colegio. El 13 de Marzo de 1762 Mutis inició en el Rosario, y con él en el Nuevo Reino de Granada la cátedra de matemáticas. Sus lecciones habrían de introducir conceptos novedosos, revolucionarios para el Nuevo Mundo. Pero por difundir “doctrinas falsas”, que no eran otras que las indiscutibles enseñanzas del célebre astrónomo polaco -Nicolás Copérnico-, los religiosos de la Universidad Tomística llevaron ante la Inquisición el caso. Sus jueces sin embargo no se atrevieron a condenar ni a Copérnico, ni al sabio gaditano. Desde 1762 y hasta su muerte, seguiría Mutis vinculado a las cátedras del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, pero sólo hasta las postrimerías del siglo lo estaría a su Facultad de Medicina.

LA MEDICINA EN EL VIRREINATO DE LA NUEVA GRANADA

Muerto Don Vicente Román Cancino, prácticamente el primer profesor de medicina en la Colonia, volvió el ofrecimiento a Mutis. Su paciente, el Virrey Messía de la Zerda escribía: "Con él se conseguirá el alivio de tener médicos de suficiencia en esta ciudad, que hasta ahora ha vivido sujeta a los que aparecen o transitan de fuera, obligando la necesidad de valerse de ellos sin detenerse en examinar su talento y la legitimidad de sus títulos". Abstraído en sus investigaciones, Mutis nuevamente rechazó el cargo, que fue asumido ante el rector del Colegio del Rosario Miguel de Masústegui, por Juan Bautista de Vargas, discípulo de Román Cancino. El virrey confirmó a Vargas en enero de 1767 como catedrático de prima en medicina, y las lecciones comenzaron en 1768. Pero poca vida alcanzaron: Vargas poco docto, terminó por abandonar la cátedra. Aunque volvió a intentarla en 1774, la reforma educativa de Moreno y Escandón le impidió continuar. La facultad se cerró y Vargas finalmente no graduó a nadie. En 1777 Sebastián López Ruiz rechazó la cátedra y otro candidato, el padre Miguel de Isla se vio inhibido para regirla por no tener facultad para ejercer. Mutis seguía siendo el indicado, al ser el médico más sabio del Nuevo Reino.

En 1784 Francisco Vergara se encargó de la cátedra, pero flacos debieron ser sus oficios porque ni siquiera fueron considerados en el memorial del rector Caicedo al Virrey Mendinueta en 1799, pues le manifiesta su preocupación por reanudar la cátedra suspendida 26 años atrás desde la muerte de Vargas.

El padre Isla, quien continuaba interesado en la actividad académica, presentó ante Mutis en 1794 los exámenes pertinentes que demostraron su excepcional calidad médica. Mutis afirmó de él: "Aun cuando hubiese muchos profesores a escoger, ninguno lo aventajaría en las proporciones en que se halla constituido el Maestro Isla para el completo desempeño de la cátedra. Sus luces, su afición a todas las ciencias naturales, su constante aplicación, su genio para enseñar, de todo estoy bien asegurado. [...] Un profesor tan benemérito para dar principio a la enseñanza de una facultad tan interesante al consuelo de todas las provincias del virreinato, expuestas al azote de ignorantes curanderos y charlatanes advenedizos que se fingen médicos y tolera el gobierno por necesidad". En realidad hasta ese momento la cátedra había sido insuficiente y aunque había graduado médicos, éstos habían sido más de nombre; su bagaje científico no era ni extenso ni profundo. Faltaba el impulso renovador de Mutis. Del estado deplorable de la medicina en Santafé y el Nuevo Reino daban cuenta muchas quejas, entre ellas las de Sebastián López Ruiz, Juan de Arias, José Antonio Burdallo, y el mismo José Celestino Mutis.

MUTIS E ISLA EN EL COLEGIO DEL ROSARIO

En procura de un nuevo plan de estudios de medicina, el muy ilustre rector Fernando Caycedo y Flórez, quien mereciera el título de segundo fundador del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, sugirió al Virrey en 1798 su elaboración por el Sabio Mutis. El Virrey Mendinueta aceptó la solicitud en junio de 1799 y aprobó la reapertura de la cátedra regentada interinamente por el padre Isla. Solicitó además al Rey que eximiera al Padre Isla de los requisitos legales para recibir el grado, en gracia de sus profundos conocimientos médicos. Una cédula real de octubre de 1802 lo nombró catedrático de Medicina, sin necesidad de graduarse previamente.

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