“Era emocionante para mí. Yo antes estaba acostumbrado a ver las estrellas, algunas pequeñas y otras más brillantes, una que simulaba Marte y otra Júpiter, y otra Venus, y las demás, estrellas esparcidas cual polvillo de deseos de la humanidad.
Yo sentía naufragar en el espacio, yo quería hacerlo, era para ese entonces una soledad maravillosa y ya había descartado amar, y me parecía increíble.
Eran las noches de mi pueblo, de un Planeta Amarillo, fiestero y marginal, olvidado, en los suburbios, y yo, mirando las estrellas que soportaban mi envidia de no ser como ellas..."