Ya no me atengo al miedo de no poderte decir que eres siempre lo que más quiero, y estoy a punto pero hoy no lo intentaré: no gastaré la oportunidad, porque todo el ayer susurra recuerdos en mi mente adivinando siempre qué es lo que más extrañaré de ti; me ve en silencio y ya no me miente, me hace sentir que no va a volver, que la vida igual pasará. Y así caigo en cuenta que la vida es ahora mismo, dejando en libertad a un pasado dichoso de verme devolver horas hacia atrás, y sí, ya no lo hago para que se quede lejos de mis momentos de paz; no me condeno a saber algo de tu historia después de seguir mi propio rumbo, sólo hay palabras mudas sobre nuestras bocas de todo lo que hubiéramos hecho juntos.
Si esperar es quizás escuchar lo que el viento dice tras cada tarde, contando que su amor no para de reír y que le sobran amantes pues ya nunca lo haré, lo último que escuchará de mi parte serán dedicaciones de cientos de rosas para que en sus otras historias no le lluevan espinas como antes a mí; no espero escuchar en un día cualquiera el eco de sus viejas palabras ni inventar su sombra atravesando la ventana para emocionarme un poco, sé que nunca regresará porque yo ya no soy su casa, hoy eso es demasiado. Si esperar es quizá suponer que de pronto en su silencio se imagine con verme sonreír, ya nunca lo haré, entonces abrazo los recuerdos y les digo amablemente que ya no deseo que se vuelvan a repetir porque he sido consciente de mis cadenas para que dejen de existir.