“De tarjetas”
El fuego es la primera invención hacia el olvido
Para tarjetas que dicen “tú también has fingido
la sonrisa, destrozando la verdad en pedacitos,
El abrazo jugando a aferrarse como un niño,
Las palabras que nunca quise haber dicho”,
Lo sé, mataba todo con mis ojos marchitos
Los ojos que soltaron mi dolor derretido;
Quemé tarjetas tras la vieja ventura
De amar a tres pasos y hacerlo una vez,
El amor que llegó a otro lugar con la lluvia
Diciéndome en cada esquina sola “te olvidé
Como se olvida el rostro de la negra luna
Atrapando la sombra atada a tus pies,
Lo ves, yo soy de ti la muerta penumbra
Con perfume a cama y noches, ya de papel”.
Yo te leía “quiéreme bajo el reino de mi ausencia”
Y te quería inventándome toda tu silueta
Haciendo temblar en sus restos la primer vida
De engaños y te quieros y ninguna promesa
Solo tu risa, insinuando tocar el sueño y la idea
De mirarnos demasiado tras la tormenta;
Tantas dedicatorias hoy solo de mentiras,
Tanta piel fraseada hoy solo de tarjetas
Que me ilusionaban en ventisca, y diría
Que mi sentir no pasó más allá de una papeleta,
Fui el beso que nadie daría.
*
La ilusión enmascarada se burló de aquella alma
Diciéndole que fue una pesadilla sobre sus sábanas
Y que nunca su invierno infante le hizo falta
A la que festejó su adiós tras de eso, de máscaras,
Dejándome un hueco negro en mis lagrimas
Para que al llorar sintiera el vacío de su luz
Desdibujada en lo único cierto de tarjetas
Hiriente hacia la voz de la muerte azul.
Invencible recuerdo ante el corazón de mi fuego
Donde la noche reía única si nos mojaba
Luego me dice triunfal “es que yo soy tu pena
Y quiero verte dormir sobre caricias siniestras,
Olvidando su nombre en los restos de una flor:
Azucena; inquieta por el frío de borrasca
Añejando la esencia de la ida madrugada,
Corriendo por los desiertos de tu espalda
Dueña de mi angustia y de mis ganas”.
*
El viento da vueltas sobre cenizas de tarjetas:
Ahí las frases que sollozaron hacia mi latir,
Palabras con perfume a piel descubierta,
A cama y noche que me besan por ti;
Ahí el beso insolente y frágil que nadie dio
Que nadie me dio, por creer todo iluso;
Ahí el te quiero, dicho solo por un cartón
Que simulaba latir, sangre de otoños oscuros
Dueños de nieblas amantes de un sol
Que escribe mi vejez sin la desolación de mis ojos;
Esperé la llegada susurrante de su voz.
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