UN SUSPIRO A LA DERIVA
Surco el río de la vida cual perpetuo enamorado
embarcado en un suspiro que comanda un corazón,
de santuario de otros sueños (hoy cenizas de pasado)
devenido en timonel de esperanzas sin timón.
Sólo guían su trasiego los destellos eclipsados
de dos faros tan hermosos que no dejan de alumbrar
al velero que sombrío aún navega gobernado
por designios de otra patria sin pasión ni libertad.
El suspiro se hace ancho ignorando los presagios
pues por velas lleva anhelos y por remos la ilusión
de no urgir un puerto nuevo, ni acercarse a su naufragio,
y alcanzar la blanca orilla que al bogar tanto soñó.
Si besar aquella arena ya no fuera una utopía,
si ese puerto tan soñado le abrigara con su albor,
si esa luz que lo ha embriagado lo abrazara como el día,
el suspiro habrá amarrado su esperanza con tu amor.