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4. El pacto con la sombra

Fueron y levantaron a Juanito, y efectivamente, estaba vivo y les explicó que tenía un pacto con el diablo para que sea inmortal y los Valedores ganaran siempre. Todos se asustaron y le pidieron que explique más. Juanito les explicó que un día entró al cementerio de noche porque se estaba escondiendo de los policías. Él les dijo que cuando estaba en el cementerio vio una sombra y le empezó a decir:

–Juanito, ¿quieres ser inmortal? Si quieres yo te puedo dar la inmortalidad y puedo hacer que los Valedores ganen siempre–.

Juanito estaba asustado pero también estaba interesado en la propuesta y aceptó.

–Mañana serás inmortal y los Valedores ganarán por siempre pero si te llegas a enamorar de alguien tu alma será mía por toda la eternidad y vivirás en el fuego eterno, jajaja.

Juanito les dijo que después de eso salió y volvió a su casa y que al día siguiente, cuando se enfrentaron al Real Ermita, golearon y a él jamás le pasaba nada: se cortó, se disparó a él mismo y nada, seguía igual. Cuando el equipo de los Valedores escuchó esto no lo podían creer y agarraron a palos a Juanito pero… ¡oh, sorpresa! No le pasó nada.

El equipo aceptó que era una mierda  jugando sin el pacto y fueron al cementerio a negociar con aquella sombra.

– ¡No, putos! ¡No! Ya hicieron trato, ahora se muerden un huevo, y la mitad del otro.

El equipo salió triste ya que no pudo hacer nada. Como estaban cansados de ganar por aquella sombra y no por sus méritos, decidieron buscarle un amor a Juanito para acabar con aquella maldición. Empezaron a platicar con todas las chavas que conocían y Juanito rechazaba a todas. Pero faltaba una, una chava hermosa que su sonrisa hacia que cualquier hombre caiga en sus redes. Se la presentaron a Juanito y efectivamente empezó a sentir algo por aquella chica de nombre Sandra Patricia Jonias. Después de unas semanas, Juanito se enamoró de ella y al declararse a Paty… lo rechazó, jeje. Esa misma noche se le apareció la sombra.

– ¡Jajá! toma puto, te rechazaron; pero bueno, no vine para burlarme, vine para decirte que tu alma es mía y que los Valedores jugarán como realmente saben y, pues tu irás a quemarte en el infierno conmigo, muajaja.

Después de aquel trágico día, los Valedores empezaron a jugar como saben: ganaban, perdían, empataban; pero ellos estaban felices, pues jugaban como sabían y sentían una gran felicidad por eso, pero al mismo tiempo sentían una gran tristeza por la muerte de su muy querido JUANITO.

 

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