Nada más entrar, observé lo que eran una especie de embudos y envases, con líquidos multicolor en su interior; aquello me sobresaltó, y también el echo de no ver cocinas, sillas, lámparas ni camas, para mi gran disgusto. Pero entonces, ¿quién me habría abierto la puerta?,¿o acaso habría sido una corriente de aire?. En ese preciso momento, en el que las dudas me envargaban y dudaba si sería mejor dormir a la intemperie para más seguridad, surgieron varias figuras de detrás de las sombras de la cabaña, sombras maltrechas, robustas y brutas. Se colocaron en sitios estratégicos por la habitación. Advertí como estas giraban y se colocaban a mi alrededor, detrás y delante, en medio de una oscuridad perturbadora. Pero fue delante de mí, donde hoy un crujido, un chasquido que había oído en mis pesadillas sobre aquellos jinetes que conducían el mal, aquellas horribles y grotescas historias sobre asesinatos y masacres humanas. Pero no me atreví a exponer mis sentimientos en mi rostro, me mantuve quieto, y sin dilaciones, cociente del peligro al que estaba expuesto, dije con voz enérgica pero pausada:
- ¿ Que queréis de mi ?-
Una boca, a la que casi pude oler el aliento, me contestó:
- Vaya campesino, has llegado en el peor momento-. La voz sonó lisa pero agitada.
Sí, Maldecía el momento en el que había entrado en esa maldita cabaña. ¿ Cómo podría haber sido tan estúpido como para adentrarme en una cabaña solitaria, después de que alguien me hubiera abierto la puerta sin decir absolutamente nada, accediendo a mi propuesta ?
Dejando atrás mis miedos, mis ridículos miedos, ya que probablemente serían unos simples ladrones en busca de comida y caballos, dejándome en libertad a mí, y a las gentes que habitaban la cabaña, ya que estas habían sido confiscadas por estos inoportunos intrusos en su afán de delinquir. Respondí con decisión: