Si tenemos frente a nosotros esta muestra de que la cultura cambia vidas ¿por qué no trabajar por su fortalecimiento? No solo para salvar los destinos de los niños y los jóvenes sino también para darle un significado a la existencia ingrata de las mujeres maltratadas, un motivo de vida a quienes se han quedado solos, una alternativa para los desempleados, una muestra del talento que se puede llegar a mostrar para quienes ya no creen ni en sí mismos a través de la Música, la literatura, el teatro, la danza, las artes plásticas y cualquier otra expresión que liberte verdaderamente a los ciudadanos en espíritu y mente.
Por desgracia, hasta estas labores nobles son mancilladas gracias a la falta de escrúpulos de quienes ostentan el poder. Eso también lo he vivido de manera personal a través del fraude que cometen todavía Julio Saldaña y la Fundación Azteca de Ricardo Salinas Pliego que fingen traer a México el concepto de Abreu con su PROMESA AZTECA que finalmente resulta una tomada de pelo y el dinero donado por los gobiernos de los estados para el apoyo de tal proyecto quién sabe dónde.
Pero igual sucede con los concursos literarios en los que el escritor no encuentra apoyo de ningún tipo pues para participar debe presentar el trabajo, a veces no menor a 120 páginas, engargolado y en tres o cuatro tantos que envía por mensajería instantánea para que no se pierda y al final del día, luego de la inversión monetaria realizada y las noches y días de intensa labor resulta que el ganador o ganadora fue la amiga de la directora de la Casa de la Cultura organizadora que ni siquiera sabe escribir una frase completa con gracia y soltura como sucedió en el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2009 en Chiapas.
Y qué decir de los talleres literarios que supuestamente se ponen al servicio de los aspirantes a escritores para que afinen sus trabajos, mejoren su calidad y logren despuntar con éxito y que terminan siendo verdaderas carnicerías en donde lejos de alentar a los aspirantes los ponen cual carne de cañón y son tratados como criminales por el simple hecho de que su trabajo literario no es del gusto de algún participante, o peor aún, del escritor que supuestamente ha sido invitado para dirigir el taller y guiar a los asistentes. Sin embargo, muchos terminan desalentados, heridos, sintiéndose fracasados y hay quienes guardan en un cajón pluma y cuaderno incapaces de sobreponerse a la ferocidad del ataque perpetrado en contra de su trabajo y, hay que decirlo, de su persona misma porque ¿acaso no somos nosotros mismos la esencia de nuestras obras?
Y para terminar cito algunas declaraciones del arquitecto Luis Corrales Vivar, director de Cultura, Recreación y Bibliotecas del ayuntamiento de Pachuca, Hidalgo, en México, aparecidas el pasado 16 de agosto en un diario de circulación local: “Un artista no debe cobrar, sus actividades deben ser quijotescas; hay cosas más importantes, como el drenaje y el agua, la cultura tiene poco presupuesto; la cultura nada tiene que ver con el dinero, sino con el interés de la gente. Yo coordino los trabajos de los intelectuales, pintores, bailarines e historiadores que se ofrecen muy amablemente a colaborar con nosotros.” Y con estas palabras con que cínicamente expone este director de cultura que las prioridades de la ciudad son otras, nuevamente termino mi escrito sintiendo que mis deseos por ver a este país y a muchos otros que están como el mío despuntar gracias a la cultura y a la educación son simples utopías. Sin embargo, la esperanza es lo último que muere ¿o no es así?
Elena Ortiz Muñiz
Fuentes consultadas en Internet:
· http://www.ldiogenes.buap.mx