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El árbol de Navidad quedó listo por fin. Tuvimos que cambiar la posición de los muebles para poder proporcionarle el digno lugar que merece pero valió la pena. Trato de ataviarlo con ornatos distintos que se suman a los de años anteriores para que siempre haya cosas nuevas en él, en esta oportunidad una amiga muy querida me regaló una bola de barro que aprovechamos muy bien para hacer la estrella y los colgantes, todos tienen la misma forma –los corté con un molde- pero cada integrante de la familia dibujó con un palillo en ellos lo que quiso. Los llevé a hornear y después nos sentamos dos tardes completas a pintar las figuras.

El resultado me encantó porque al mirar detenidamente el árbol encontramos dibujado el rostro de mi hija de 5 años con tres ojos, la oreja en la nariz y la boca chueca, a nuestro perrito jugando con su pelota, una puesta de sol, la familia entera, a los Reyes Magos, una vaca o una casita de forma indefinida con la chimenea encendida. Las estrellas de fieltro que cosí el año pasado ahora están al pie del árbol y los muñecos del año antepasado en los respaldos de los sillones en la sala. Me gustó mucho, creo que es la mejor decoración que hemos hecho: “Llena de calor de hogar” según mi hijo.

No sé si por las escenas de los colgantes o porque me estoy poniendo vieja pero el caso es que me he quedado meditando mucho en la Navidad. No es la melancolía habitual, sino otra clase de añoranza que no sé bien cómo explicar. Sentí nostalgia al colgar las botas de cada integrante de la familia que yo misma corté y cosí para cada uno y contar cuatro, porque hace algunos años durante nueve Navidades fueron solo tres y la cuarta parecía un imposible, y de hecho el último médico así lo aseveró, para él no había nada qué hacer, no habría un nuevo embarazo y punto. La bota se quedó cortada e incompleta año tras año hasta que un día tomó forma y el nombre Diana fue bordado con emoción sobre ella porque a pesar de los pronósticos y el imposible la concepción aunque tardía, se realizó, lo cual me llenó de fe y alegría. Mi pequeña tenía ya cinco meses de nacida y yo seguía dándole los buenos días con lágrimas en ojos al comprobar que no había sido un sueño, que era real, mía y la podía besar, amar y abrazar hasta cansarme.

Pero este año, hay en mí una tristeza distinta. Dentro de una semana será el tradicional Concierto de Navidad de la Orquesta de Cámara infantil y juvenil en la que participan mis hijos, la pequeña debutará en los cascabeles y mi joven violinista se estrenará como violín primero. Desde hace tres años entre pieza y pieza uno de los integrantes lee frases acerca de la Navidad, son de mi autoría. Han gustado mucho porque conforme transcurre el concierto, las palabras hablan del milagro divino realizado en un portal, nos llevan a recordar el ponche de la abuela y las galletas recién horneadas de la tía, el aroma de la Navidad con perfume de pino, canela y limas, los regalos, los sueños que persisten, la fe, el cielo estrellado, los abrazos, la paz…

Pero por mucha melancolía que todos estos eventos traigan a nuestras vidas no puede uno cegarse ante la existencia de otra cara, la que nadie ve o finge no ver, la que no es conveniente, la que eclipsa toda alegría y entusiasmo. Porque detrás de los regalos y las tradicionales compras decembrinas seguramente habrá un comerciante que aprovechó la situación para engañar a los compradores con precios abusivos, las tarjetas de crédito llegarán indudablemente a su límite en un afán por aprovechar esas rebajas que solo el espíritu  navideño consigue y que por allá de marzo o abril harán llorar al deudor por el acoso que sufrirá a costa de los cobradores que se encargarán sin escrúpulos pero con eficiencia de recuperar la suma prestada para que el banco no pierda nada. Muchos de nosotros tendremos la fortuna de compartir la cena con familiares y amigos, pero muchos otros no tendrán nada para cenar, algunos ni siquiera la compañía de alguien. Con la impotencia de no encontrar empleo, se sumarán a las decenas que aprovechan el alto de los semáforos para vender cualquier cosa, quitar el polvo del carro, limpiar el parabrisas o arrojar naranjas al aire a cambio de unas monedas que no servirán para una cena digna, que no comprarán los sueños de sus hijos plasmados en una carta llena de inocencia y esperanza en la que con letras trémulas piden por una muñeca nueva, un carro de control remoto o la bicicleta magistral que exhiben en el almacén de la esquina que nunca llegarán. Cuántas madres se irán a la cama con lágrimas en los ojos, sufriendo al saber que a la mañana siguiente la desesperanza y la impotencia se instalarán en los corazones de sus hijos que no comprenderán ni se explicarán por qué aunque fueron buenos no los premiaron como a otros niños con los regalos anhelados ¿Acaso la Navidad no tiene la misma magia para un pobre que para un rico? No. No es igual para quien nada tiene que para el que posee todo. Eso es una realidad.

Mi inquietud y mis cavilaciones se profundizaron aún más cuando descubrí en la web un artículo de Néstor Pedraza en donde además afirma que “En muchos lugares se ha prohibido hacer sonar las campanas de las iglesias a media noche del 25 de diciembre por ser éste un detonante de suicidios”

¿Realmente es la Navidad una festividad para unir familias y sociedad o es una excusa…? Esta pregunta se quedó flotando en mi mente ¿Cuántas veces nos hemos detenido a investigar el verdadero sentido de esta celebración y los diversos elementos que  la pueblan? Este año, quise hacer algo distinto con mi Navidad, por eso, me puse a investigar en un afán por descubrir ¿Por qué la Navidad?...

La palabra Navidad es una contracción de natividad que significa Natalicio. Pero aunque se trata de festejar el nacimiento de Jesús, esta conmemoración no pudo ni fue instituida por Jesucristo, ni por los apóstoles y mucho menos por las autoridades bíblicas. Recordemos que Jesús era judío y éstos jamás celebraban sus fechas de nacimiento, movidos por la creencia de que en primer lugar el ser humano no nace cuando el parto de la madre tiene lugar, sino que lo hace en el momento mismo de la concepción, la cual es difícil señalar con exactitud, pero además, reprobaban la idea de que las personas fueran celebradas cuando no habían hecho aún nada con los talentos que Dios les había otorgado, nacer para ellos no era un motivo de festejo, en cambio, sí lo era morir. Pues espiritualmente la muerte es el verdadero renacer y cuando se fallece ya se ha establecido lo que cada uno hizo con su vida: sus hazañas, sus virtudes, sus logros -solo sí son dignos de aclamación-. Así que lo que se ensalzaba era la muerte, y no la de todos, solamente la de los hombres importantes. Por lo tanto, para establecer la Navidad fue necesario primero implantar la costumbre de celebrar los cumpleaños. Pues según las escrituras los únicos que celebraban su natalicio eran los pecadores como Faaraon y Herodes.

Por lo tanto esta fiesta no podía de ningún modo estar incluida originalmente en el calendario de festividades eclesiásticas. Entonces, en el occidente la Iglesia dio la orden de que se celebrara para siempre la Navidad y que debía hacerse el mismo día de la antigua festividad romana y de esta manera contrarrestar la fiesta pagana de Brumalia el 25 de diciembre y la Saturnalia que se hacía del 17 al 24 de diciembre para conmemorar el día más corto del año y el nuevo sol (Saturno, Dios de la agricultura) en donde destacaban las fiestas bulliciosas, diversiones y banquetes ilimitados a lo largo de esos siete días y todas las leyes eran dejadas de lado dando lugar a todo tipo de actos inmorales, pecaminosos e indecorosos. Era tradición también, elegir al Rey de la Saturnalia que se convertía en Señor del desorden y que al final estaba obligado a ofrendar su vida por el pueblo. Con el tiempo, esta persona fue sustituida por un muñeco, al que también quemaban y fusilaban. Aún en nuestros días persiste la tradición en algunos países de llenar con pólvora un muñeco de cartón al que se conoce como Año Viejo para después encenderlo.

Tanto en Siria como en Egipto, las personas solían reunirse al interior de las capillas para entonar cantos religiosos en espera de la media noche, al grito de: “La Virgen ha dado a luz, la luz está aumentando”  se sacaba la imagen del niño Nimrod, representante del sol, hijo de Semiramis.

Fue en Egipto cuando las costumbres paganas de principios de enero se conjuntaron en una sola fecha juntando el día del sol pagano con el Sabbath de los judíos eliminando la Brumalia e instituyendo arbitrariamente diciembre como el mes oficial del nacimiento de Jesús. La Historia nos remonta hasta el año 345 fecha en que El día de Navidad fue oficialmente reconocido gracias a la influencia y las gestiones realizadas por San Juan Crisóstomo y San Gregorio Nacianzeno quienes proclamaron el día 25 de diciembre como fecha señalada para conmemorar el nacimiento de Jesús de Nazaret.

Pero la Navidad no fue celebrada como tal sino hasta el siglo IV con la llegada del Emperador Constantino que fue el primer emperador romano convertido al cristianismo. En el siglo VI San Agustín, un sacerdote católico, introdujo esta festividad en el Reino Unido cuya gente comenzó a llevarla, primero a Europa Occidental y después alrededor del mundo como veremos a lo largo de esta investigación.

Todas estas festividades estaban profundamente arraigadas en las costumbres de aquella época, por lo que, cuando surgió la opción de la celebración de Navidad la gente no opuso resistencia a modificarla agregando sus creencias y elementos propios.

Por ejemplo: En la Edad Media, la Iglesia añadió villancicos a sus costumbres, así como la representación del nacimiento mediante figuras de diversos materiales.

En el Norte de Europa se celebraba también El Yule en la que se quemaban grandes troncos adornados con ramas y cintas en honor de los dioses para conseguir que el sol brillara con más fuerza.

En 1552, en Gran Bretaña, los puritanos prohíben la celebración de la Navidad, pero la costumbre regresó en 1660 con la llegada de Carlos III.

Los cristianos orientales-ortodoxos, rusos, serbios y otros celebran la Navidad el 25 de diciembre pero del calendario juliano, es decir el 7 de enero de nuestro calendario, porque no aceptaron la reforma del calendario ordenada por el papa Gregorio XIII en 1583 que se adoptó en occidente primero y en todo el mundo después. Prefirieron conservar el calendario juliano establecido por Julio César 45 años antes de Cristo.

En Jerusalén los católicos celebraban 3 misas por el nacimiento de Jesús: una, durante la noche en la cueva de Navidad para santificar la hora del nacimiento del Señor; otra, al amanecer como símbolo de resurrección, y una tercera en el templo siendo ésta el oficio solemne del día.

En 1492, el almirante Colón realizaba un reconocimiento de los archipiélagos en la zona comprendida por la República Dominicana y Haití a bordo de la Santa María, cuando una mala maniobra dañó irreparablemente la embarcación. Los indígenas ayudaron a rescatar la carga y a construir un fortín que sería ocupado por una parte de la tripulación, utilizando maderas de la Santa María para su construcción, mismo que se terminó el 25 de diciembre, por esta razón, fue llamado “La Navidad” y  ésta fue celebrada por primera vez ahí.

En México, la primera Navidad fue celebrada por el monje franciscano Fray Pedro de Gante cuando apenas comenzaba a erigirse la Nueva España de la Gran Tenochtitlan, a partir de ahí se integran a la tradición cristiana elementos de culto indígena prehispánico como el nacimiento de Huitzilopochtli en diciembre.

Sin embargo, hay una pregunta que flota en el aire derivada de estos descubrimientos acerca del origen de la Navidad. Si Cristo no nació en Diciembre ¿Cuándo fue su verdadera fecha de nacimiento? De acuerdo con las descripciones que hace La Biblia en los evangelios de Lucas y Mateos correspondientes al Nacimiento de Jesús, no fue a mitad del invierno cuando el alumbramiento de María se llevó a cabo. La historia nos habla de pastores que cuidaban sus rebaños en el momento de su llegada, en aquel tiempo, los pastores llevaban a sus animalitos a pastar a principios de la Primavera, nunca en época de frío. Según un artículo que encontré en http://alientodelcielo.jimdo.com Adan Clarke señala que Lucas cuenta en su evangelio que los pastores no habían recogido aún sus rebaños lo que hace suponer que el mes de octubre ni siquiera había comenzado así que mucho menos pudo ser a mitad del invierno. Según este Apóstol, Jesús nació seis meses después de Juan y cuando Juan nació su padre, sacerdote del grupo de Abdías, se encontraba oficiando misa en el Templo de Jerusalén. Eran 24 los sacerdotes que servían en el Templo y a Abdías le correspondía el octavo turno, es decir, a comienzos de junio según el calendario lunar hebreo, esto es en marzo de nuestro calendario, por lo tanto, El Salvador vino al mundo alrededor de Septiembre, o sea, a principios del otoño.

Sin embargo, la Navidad es una ocasión para poner a Jesús en el centro de la espiritualidad personal, familiar o en la comunidad y así es como se conmemora alrededor del mundo:

En África los cristianos se reúnen y leen pasajes de la biblia, posteriormente realizan cantos y bailes al aire libre.

En Etiopía se realiza una ceremonia de baño en los ríos, primero se bendicen las aguas y luego la gente arroja flores y se baña.

Sin embargo, en la India, solo un 3% de la población celebra la Navidad, a pesar de haber más de 20 millones de cristianos en su territorio.

En San Fernando, Filipinas, se hace un desfile de Estrellas de Belén realizadas por niños.

En América Latina se instituye el banquete como punto culminante de la celebración. Por lo tanto, es fundamental la cena familiar en la que abundan postres, platillos familiares y bebidas tradicionales.

En Finlandia, cada familia hace las velas con que las decora su casa en Navidad.

En Suecia el 13 de diciembre es la fiesta de Lucía. Por eso, se acostumbra a que la hija mayor de cada familia se ponga un vestido blanco, una faja roja y una corona de velas representando a Santa Lucía, los hermanos hacen el papel de “Niños estrellas”  y las hermanas de “doncellas”, todos ellos, con sus ropajes blancos sirven  tartas  y café a los miembros de la familia desde temprano. Con la Lucía da comienzo la estación del Jul (Navidad)  que alcanza su apogeo en la Nochebuena con un intercambio de regalos. El Jultomen  (Santa Claus sueco) es un duende que vive bajo la casa y deja en la puerta regalos para los hijos. Los niños esperan impacientes el llamado a la puerta de tan amado personaje. El árbol de Navidad se pone un par de días antes de la Nochebuena y es retirado hasta el 13 de enero, día de San Knut en el cual se celebra una fiesta para los niños y el árbol. Cumplido el objetivo, se arroja el árbol por la ventana mientras los asistentes cantan una canción sobre el final de la Navidad.

Los angloparlantes le llaman Christmas que significa misa de Cristo, en alemán se le conoce como Weihnachten que significa noche de bendición. En japonés se le nombra Kurisumasu. Pero más allá de cómo sea nombrada o el país en el que es conmemorada, la Navidad comparte por lo general, elementos específicos que también tienen su historia.


La Estrella de Belén:

Cuenta la historia que los Reyes Magos fueron guiados hasta el portal de Belén por una estrella de varias puntas acompañada de una cola con tres terminaciones filamentosas que mantenía un rumbo de norte a sur apareciendo tanto de día como de noche y moviéndose solamente cuando los magos caminaban. La estrella mostró el lugar preciso del nacimiento de Jesús permaneciendo encima del pesebre pero a una altura extremadamente baja para indicar claramente la ubicación.

“¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el Oriente y venimos a adorarle”

La comunidad científica aún no ha dado un razonamiento definitivo, entre sus teorías está que fue un cometa, una triple conjunción de Júpiter y Saturno, una doble ocultación de Júpiter tras la luna y una estrella en fase de súper nova.

Hay quien asegura que fue el mismísimo espíritu santo en forma de estrella, otros dicen que fue un ángel luminoso y la tercer versión asegura que es una estrella especial creada por Dios exclusivamente para guiar e iluminar. Actualmente, la vemos  en la punta de la mayoría de los árboles de Navidad como una hermosa representación de la fe simbolizando la luz eterna que brilla para guiarnos hacia nuestra salvación.


El Adviento:

La palabra adviento tiene su origen en el latín y significa Venida. Se celebra a partir del cuarto domingo antes de Navidad. Es una etapa de reflexión y preparación para la llegada de Jesús. En algunos lugares se coloca como adorno la Corona de Adviento compuesta por ramas y hojas verdes perennes y cuatro velas: tres de color violeta y una rosada. Cada domingo se enciende una vela con oraciones especiales dejando para el tercero la vela rosada, pues tiene relación con el domingo Gaudete de la alegría y se pueden usar ornamentos litúrgicos rosas ya que esta tradición tiene su origen en Alemania en donde las personas colectaban ramas verdes a las que le prendían fuego como señal de esperanza por la llegada de la primavera.

La corona de adviento encierra varios simbolismos: es de forma circular porque no tiene principio ni fin como el amor de Dios. Sus ramas son verdes porque éste es el color de la esperanza y la vida. Las cuatro velas simbolizan las tinieblas que se disipan con la luz. Las manzanas rojas con las que es decorada representan los frutos prohibidos del Edén con los cuales nuestros primeros padres recibieron el castigo del pecado pero también la promesa de un Salvador. Finalmente, el listón rojo representa el amor de Dios.


El árbol de Navidad:

Es originario de zonas germanas y se extendió luego por otras áreas de Europa y América y alrededor de su historia hay una gran cantidad de leyendas. Entre ellas destaca la creencia germana de que un árbol gigantesco sostenía al mundo y que en sus ramas estaban sostenidas las estrellas, la luna y el sol. De ahí, la costumbre de poner luces en él.

Es de igual manera símbolo de vida porque muestra el árbol siempre verde a pesar del clima invernal. Antiguamente en algunas casas de países nórdicos, se cortaban ramas de los árboles para decorarlas con pan, adornos y frutos brillantes durante el invierno.

También es famosa la historia que habla de un leñador que teniendo a su hija enferma salió a buscar leña al bosque y cuando la cortaba vio una lluvia de estrellas maravillosa, así que decidió llevar un trozo de árbol adornado con frutas y flores al que le puso una estrella de papel para que su hija disfrutara también de lo que él había visto.

Otra leyenda dice que unos ancianos dieron refugio en su cabaña a un niño que resultó ser la divina trinidad encarnada, Él les dijo que plantaran una rama de pino de la que surgió un árbol que daba por fruto manzanas de oro y nueces de plata.

Conforme los pueblos fueron evangelizados se adoptó la costumbre de adornar el árbol pues los europeos acostumbraban hacerlo en honor a sus dioses.

San Bonifacio combatió la costumbre del árbol y por  eso fue hasta principios del siglo XVII en Alemania cuando se popularizó el árbol gracias a otra leyenda que rezaba que Martín Lutero había decorado un árbol iluminándolo con velas para recrear el brillo de las estrellas en los árboles del bosque de Navidad.

Finalmente, fue la Reina Victoria de Inglaterra quien estableció esta costumbre como señal de fidelidad de su reinado.

El primer árbol de Navidad que se puso en España se hizo en Madrid en 1870.

En Suecia, el arbolito queda adornado y encendido hasta 20 días después de la Navidad.

Es el símbolo de la esperanza, de la fe en Dios, la unión del cielo con la tierra por tener las raíces dentro de ésta y su punta señalando el cielo.

El árbol ha sido un elemento sagrado en muchas culturas. Y adornado es un símbolo del nacimiento de Jesús.


El pesebre:

En algunos pueblos se arma el pesebre al aire libre donde la gente recrea los personajes. Esta costumbre la inició San Francisco de Asis en 1223 cuando construyó el primer pesebre viviente en Greccio, Italia.

El portal http://www.mensajesdelalma.org nos cuenta la historia: “El origen del pesebre como lo conocemos hoy día fue inventado por San Francisco de Asís. Francisco era famoso por la vida que llevaba, hablaba del evangelio con tanto entusiasmo que la gente y hasta los animales lo escuchaban atentos. En el año 1219, luego de haber formado una nueva congregación religiosa basada en la pobreza absoluta, partió a Oriente y pudo visitar los lugares donde estuvo Jesús. El recuerdo más intenso de aquel viaje fue la gruta de Belén, donde el Señor quiso nacer en la pobreza más grande. Un día, un hombre rico, llamado Juan le preguntó a Francisco qué debía hacer para imitar a Jesús. Francisco le dijo que se preparara para la Navidad, y así este hombre hizo construir un establo y ordenó que llevaran heno, un buey y un asno. Así la noche de Navidad de 1223, muchos pastores y gente pobre fueron a la gruta que Juan había preparado para Francisco.

Allí, con el permiso del Papa, Francisco celebró misa. La emoción fue tal que Francisco se sintió él mismo un niño y comenzó a balbucear como uno de ellos. Entonces pudo verse dentro del pesebre un niño hermosísimo dormido, al que Francisco, sosteniéndolo en sus brazos, intentaba despertar de su sueño. Entre testigos del milagro estaban muchas personas dignas de fe y así se divulgó la noticia por todo el mundo. De aquel milagro, muchos obtuvieron beneficios espirituales y corporales: algunos se convirtieron, otros utilizaron el heno del pesebre  como medicina para curar enfermedades”.

Francisco nos ha dejado en el pesebre un mundo pequeño e ideal, que el hombre puede construir con sus manos, pero que debe inventar cada año, de lo contrario no trae ya un mensaje y se convierte sólo en un juego.

De ahí la tradición de cada año, armar un pesebre distinto recreando el momento del nacimiento de Jesús.


La Novena de Aguinaldo:

Se realiza entre el 16 y 24 de diciembre y fue encargada por la directora del Colegio “La Enseñanza” de Bogotá y escrita en el siglo XVIII por el peruano Fray Fernando de Jesús Larrea. La Madre colombiana María Ignacia la modificó dándole la forma actual en la que familiares, amigos y vecinos se reúnen alrededor del pesebre a rezar.

Hoy en día se acostumbra en muchos países orar la novena acompañada de cánticos, vinos, buñuelos, dulces y baile. En México se llaman posadas y además de los rezos y los cantos se rompen piñatas llenas de fruta y colación después de que los peregrinos acompañan a los personajes que representan a La Virgen y San José a pedir posada de casa en casa.


Los Villancicos:

Su historia procede fundamentalmente del siglo XIX y en sus inicios no tenían connotaciones religiosas sino que eran canciones sencillas que reflejaban la vida de las villas –de ahí su nombre- y exponían los sucesos que acontecían en la comarca y que después, eran cantados en las fiestas. Pero después cobraron mayor fuerza aquellos que hablaban de la Navidad y son los que han perdurado hasta nuestros días. En general son obras con arreglos para ser cantados por un coro o agrupación, sus melodías con reminiscencias medievales le dan un aire mágico y ceremonial.

Es en Francia y Alemania donde se popularizan con mayor fuerza. Los villancicos más antiguos que se conocen datan de la Edad Media. Con el extremismo fueron vetados pero en los pueblos continuó preservándose su uso.

En Italia se hace una competencia de villancicos desde 1350 llamada Pastorelle.

Fueron compositores como Arthur Sullivan quienes los hicieron renacer en el siglo XIX. En la actualidad gozan de gran popularidad y es común que los interpreten acompañados de las obras de Bach y Haendel.

Entre los compositores de melodías y letras de villancicos de navidad tenemos  a John Wade, con "Adeste Fideles", a Michael Smith con "Gloria", una adaptación del tradicional "Les Anges dans nos Campagnes", y a Noel Regney y Gloria Shayne entre muchos otros. Uno de los villancicos de navidad más famoso es "Joy to the world", cuya música fue compuesta par Lowell Mason y la letra por Isaac Watss, un conocido compositor de himnos de la época, en los comienzos del siglo XVIII. Esto demuestra que la Navidad también se escucha.


Las tarjetas de navidad:

Comenzaron a utilizarse hasta la década de 1870 aunque la primera de ellas se imprimió en Londres en 1843 con la finalidad de poner al alcance de toda la gente los grabados y pinturas  que representaban el nacimiento de Jesús. La costumbre de enviar tarjetas de felicitación se inició en los Colegios ingleses ya que los estudiantes adoptaron la costumbre de enviar por correo mensajes de Navidad a sus padres antes de las vacaciones. Estos mensajes eran cartas o textos breves escritos sobre una tarjeta o papel. Quienes tenían recursos lo hacían en elegantes hojas membretadas con sus nombres grabados.

Esta costumbre se extendió a los Estados Unidos en donde las misivas eran entregadas de manera personal. Fue hasta 1822 cuando se utilizó el correo para este fin. La revista algarabía en su número 87, en un artículo de Francisco Javier Nuño Morales, en el cual se basan los datos de este apartado  narra que el correo estuvo a punto de colapsarse por la cantidad de mensajes navideños que esperaban ser remitidos a sus destinos, de tal manera, que se vieron obligados a contratar personal extra para poder cubrir la demanda.

En 1831 el periódico Diari de Barcelona imprime una tarjeta postal para sus clientes con la idea de que su personal recibiera aguinaldo de ellos a modo de gratificación, además de enviar la felicitación correspondiente por las fechas. Muy pronto, esta idea fue adoptada por otros periódicos y en otros oficios incluyendo a los monaguillos.

La primera tarjeta en serie fue del inglés William Maw Egley en el año de 1842, en ella aparecían personas cenando y bailando, patinadores y gente pobre recibiendo regalos. Aunque muchas personas afirman que fue el londinense Henry Cole el primero en mandar imprimir tarjetas con grabados y mensajes navideños para no tener que redactar y escribir de puño y letra los cientos de mensajes  de felicitación que su negocio le exigía. Para ello, contrató al diseñador John Callcott Horsley y encargó la realización del grabado a John Thompson. La tarjeta tenía forma de tríptico y contenía la leyenda “Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo”. Las tarjetas que le sobraron fueron puestas a la venta en un chelín, que era un precio muy elevado para una tarjeta y por esta razón se vendieron muy pocas, pero ello sembró los antecedentes de la venta al público de tarjetas navideñas impresas.

Fue nuevamente la Reina Victoria quien popularizó la práctica de enviar tarjetas por correo al enviar miles de ellas con diseños exclusivos y litografías. Los costos de impresión se redujeron y ello ayudó a que más personas pudieran comprar tarjetas para sus seres queridos.

Los motivos sacros en las tarjetas de navidad aparecieron hasta 1848.

De Inglaterra, la costumbre pasó a Alemania y después a Estados Unidos a través del emigrante alemán Louis Prang quien llegó a este país en 1850. En 1860 Thomas Nast organizó la primera venta masiva de tarjetas de navidad en Estados Unidos a través de tarjetas importadas de Alemania con la frase impresa: Feliz Navidad.

Esto dio pie a que Louis Prang se animara a imprimir tarjetas navideñas a bajo costo para exportarlas a Inglaterra con tal éxito que terminó también inundando Estados Unidos con ellas. Sus primeras tarjetas medían 5 x 10 y tenían sellos florales en una de sus caras mientras el reverso permanecía en blanco para dar espacio a que se escribiera en él. En 1880 convoca al primer concurso de diseño de tarjetas navideñas ofreciendo un premio de dos mil dólares a la mejor. Los diseños de Frederick S. Church, Arthur F. Thait y Winslow Homer fueron tan hermosos que la medida de las tarjetas aumentó a 17.78 x 25.4 centímetros y fueron vendidas en un dólar. En 1881 se imprimieron cinco millones de tarjetas. Por este motivo a Prang se le llama “El padre de la tarjeta navideña estadounidense”, incluso se dice que las jovencitas en sus diarios llevaban el récord de los Prangs recibidos.

En 1902 aparecieron las tarjetas familiares de Eastman Kodak en las que las familias posaban frente al árbol. En 1910 J. C. Hall, William Hall y Rollie Hall fundaron Hall Brothers, que con el tiempo se convertiría en el emporio Hallmark, la empresa de tarjetas comerciales más grande del mundo.

Aunque el intercambio y recepción de tarjetas es ya una tradición y en nuestros tiempos hay una infinita gama de modelos, tamaños y precios, actualmente está siendo desplazada por el envío de mails que contienen frases, reflexiones e ilustraciones animadas.


Santa Claus:

Para llegar hasta él, muchos personajes pasaron por la historia de la Navidad: Brujas, gnomos,  ancianos barbudos, el Joulupukki de Finlandia o en Italia el Hada llamada Befana. En muchas regiones de España era un tronco mágico el que expulsaba los regalos y dulces tras golpearlo con palos de madera. En otros pueblos, los regalos los traía el carbonero Olentzero y duendes de barba blanca.

Sin embargo, ninguno de ellos ha logrado superar la popularidad de San Nicolás. Este personaje se ha modificado con el paso del tiempo hasta transformarse en el gordito de mejillas sonrosadas y risa jocosa que es hoy. La imagen de Santa Claus con todo y trineo, renos y juguetes es una invención estadounidense inspirada en San Nicolás de Bari, el santo de los estudiosos, las vírgenes, los marinos y fundamentalmente: los niños. En la Edad Media hasta los ladrones lo consideraban su santo patrono, fue, por lo tanto, muy popular.

Nació en Licia (Turquía) su familia era muy rica y desde niño ayudó a los pobres repartiendo sus riquezas. Fue consagrado sacerdote y profesaba en un monasterio. Posteriormente fue nombrado Obispo en Mira, también en Turquía, por eso se le conoce igualmente como San Nicolás de Mira. Era un hombre alto y flaco que utilizaba un burro como transporte. En vida fue llamado “El obispo de los niños”. Su ilimitada generosidad lo convirtió en protagonista de no pocas leyendas:

Cuenta la historia, que una noche el obispo tuvo una pesadilla: un criminal acuchillaba brutalmente a tres jóvenes para robar sus posesiones. Sin embargo, al despertar, Nicholas descubrió que no había sido solo un sueño, sino algo más cercano a una premonición. Dicen los que saben, que el santo logró detener al asesino, lo entregó a las autoridades y resucitó a los tres muchachos rezando por ellos.

Sin embargo, su mítica fama de repartidor de obsequios se basa en otra anécdota que narra las desventuras de un hombre empobrecido, padre de tres hermosas muchachas. A causa de su miseria, el padre no disponía de la dote necesaria para casarlas y estaba a punto de venderlas como esclavas a un mercader que las iba a prostituir.

El asunto llegó a oídos de Nicholas, quien cada noche fue dejando el dinero necesario para que las hermanas pudieran escapar de la esclavitud. A fin de mantener su anonimato, Nicholas entraba por la ventana y dejaba el dinero dentro de los calcetines que las niñas colgaban sobre la chimenea para secarlos (De ahí la costumbre de las botas de tela colgadas junto a la chimenea, los calcetines en el árbol y el rito de los zapatos). Sin embargo, cuando estaba dejando la última de las monedas, fue sorprendido por el padre de las muchachas, quien rápidamente difundió el episodio, acrecentando así la reputación de filántropo que tenía el obispo.

Se cree que falleció el 6 de diciembre de 345.

Cuando Turquía fue invadida por los mahometanos algunos católicos llevaron el santo a Bari en Italia, por esta razón es llamado también por este nombre. Otro apelativo con el que es reconocido es “El Magno”.

Desde el siglo VI han construido muchos templos dedicados a este santo patrono en Rusia, Grecia y Turquía. Los niños lo han venerado siempre, desde que tenía vida pues ayudaba a los necesitados para quienes nunca faltaba  un dulce y un regalo.

Es venerado también por los marineros del mediterráneo pues aquieta las aguas en las tormentas y muchas personas le rezan para pedirle que interceda ante sus vicisitudes.

Fue llamado también el Santo Protector de Ámsterdam cuando aún se le personificaba con el ropaje específico de los sacerdotes y barba blanca montando en un burro cargado con regalos para los niños buenos en un saco y con varas para aquellos que se habían portado mal en otro.

Hacia el siglo XVII el burro fue cambiado por un caballo blanco montado por el sirviente musulmán Zwarte Piet quien lo ayudaba a cargar un enorme saco repleto de golosinas en el que, una vez vacío, cabían todos los niños mal portados.

En 1624 llegan los holandeses a Estados Unidos, y con ellos, la historia del santo, historia que cobra una inusitada fuerza en esta Nación “En Historias De Nueva York” Washington Irvin lo describe sin las ropas de obispo y convierte a su caballo en un corcel  volador. Después de este relato San Nicolás fue adoptado en todos los hogares de Estados Unidos.

La transformación de San Nicolás en Santa Claus fue gracias al pastor protestante Clement C. Moore quien publicó el 23 de diciembre un poema llamado: “Un relato sobre la visita de San Nicolás” inspirado en una leyenda holandesa. Solo que en ésta el caballo volador es sustituido por renos que tiraban de un trineo en la víspera de Navidad emulando al Divo Odin o Wotan quien viajaba en un trineo jalado por renos.

Hoy en día los renos tienen nombre y personalidad: Dasher (Brioso) Dancer (bailarín) Prancer (Acróbata) Comet (Cometa) Cupid (Cupido) Donner (Trueno) Blitzen (Relámpago) Vixen (Juguetón) y por supuesto, el afamado Rodolfo el tierno reno de la nariz roja como la grana.

Santa Claus es un derivado del nombre en alemán: San Nikolaus cuyo nombre era pronunciado Sinter Klaas hasta terminar como Santa Claus. Lo conocen también como San Nicolás o Viejito Pascuero. Es Papá Noel en Francia y en Gran Bretaña Father Christmas.

Thomas Nast, el mismo que impuso el Feliz Navidad en las tarjetas, fue quien realizó el dibujo de Santa Claus entre 1860 y 1880 cuya imagen ha sido adoptada en todo el mundo. La publicó en la Revista Harper’s. Fue de Nast la idea del taller en el que fabricaba los juguetes que los niños le van pidiendo a través de sus cartas. La vigilancia del comportamiento de los pequeños a lo largo del año, la vestimenta color rojo y la gordura.

Comercialmente fue la empresa Coca-Cola quien estableció la figura de Santa Claus como la conocemos actualmente agregándole la risa, la técnica para meterse por las chimeneas y el aspecto físico. Fue en 1931 cuando Estados Unidos atravesaba por una de las peores crisis de su historia y la gente estaba resignada a pasar una de las peores Navidades. Con la intención de levantar el ánimo de la gente –y por supuesto de repuntar sus ventas- la empresa le encargó a Habdon Sundblom, un pintor sueco establecido en Estados Unidos, que realizara un dibujo de Santa Claus sin modificar demasiado la imagen ya establecida pero con características específicas. Lo quería optimista, simpático, esperanzador y algo muy importante: vestido de rojo, blanco y negro, los colores de la Coca-Cola.

El pintor se inspiró en un jubilado llamado Lou Prentice quien fungió como modelo para la creación del Santa Claus definitivo.

Hoy en día, San Nicolás, cuya dirección oficial se encuentra en Rovaniemi, Laponia Finlandesa, recibe al año más de 600,000 cartas. Según información publicada por la Revista Algarabía en su número más reciente (87).


Los Reyes Magos: 

El evangelio según San Mateo cuenta que unos Magos vinieron de Oriente buscando al nuevo rey que habría de nacer. Se asume que eran sabios o astrónomos  llamados magos porque hace 2,000 años así se nombraba a los consejeros y filósofos reales. Hasta el siglo 3 en que el Papa San León estableció que eran tres no se sabía en realidad cuántos eran. Ellos seguían la Estrella de Belén cargados de regalos para el nuevo rey, por ello, desde siempre han sido vistos como seres bondadosos. La tradición es quien les ha puesto nombre y rasgos específicos a cada uno:

  • MELCHOR Era un anciano de piel blanca con largas barbas y pelo gris. Su regalo para Jesús era oro representando su naturaleza real.
  • GASPAR Joven moreno que arribó cargado de incienso, por eso representa la naturaleza divina de Jesús
  • BALTASAR. De raza negra y barbado. Su regalo es mirra que representa el sufrimiento futuro del Mesías y su muerte.

Los restos de los reyes Magos estuvieron en Constantinopla (Antes Bizancio y hoy Estambul, en Turquía) durante 300 años. Después fueron trasladados a Milán en donde permanecieron durante cinco siglos hasta que el Emperador Barbarroja en 1162 saqueó la ciudad y en un acto de nobleza decidió respetar los restos de los Reyes Magos entregándolos al arzobispo Reinald de Dassel en 1164 para que los pusiera a salvo, quien inmediatamente los trasladó a la Catedral de Polonia en Alemania. Ahí se encuentra la capilla de los Tres Reyes Magos donde está el relicario que es aparentemente un cofre labrado bellamente trabajado, aunque en realidad consta tres sarcófagos con los restos mortales de los milenarios personajes unidos verticalmente. Están elaborados con madera revestida de oro y plata y aderezados con piedras preciosas y un total de 74 figuras en bajo relieve. En total pesan 350 kilogramos. La fiesta de los Reyes Magos se celebra el 6 de enero y se denomina EPIFANÍA que significa Manifestación de la divinidad de Cristo a los gentiles, es decir, a los pueblos que en la antigüedad no eran judíos.  En Oriente, durante muchos años, era ésta la fiesta que se celebraba y no la Navidad.

Durante mi investigación encontré muchos sitios de Internet en donde la gente expresaba su desagrado al leer la historia del nacimiento de Jesús y el origen de la Navidad afirmando que se sentían engañados y defraudados pero la iglesia católica y protestante argumenta que el hecho de rendir homenaje a Dios no es una ofensa a nadie porque mientras el corazón y la mente estén enfocados a venerarlo no importa la historia ni los medios utilizados.

Los Testigos de Jehová y algunas iglesias de la Reforma creen que llevar a cabo fiestas paganas para adorar a Dios es una contradicción y una gran blasfemia que se centra no en la fe sino en la costumbre de dar regalos materiales, consumir bebidas embriagantes y comer hasta hartarse, y no es así como se gana el favor de Dios.

Para los calvinistas la Navidad es una invención humana sin más connotaciones. Mientras que los puritanos afirman que Jesús jamás habría aprobado esta celebración

Es necesario regresar a la investigación de Néstor Pedraza para citarlo nuevamente: “La Navidad es una fiesta instaurada para celebrar recurriendo a tradiciones paganas el nacimiento de un hombre que en vida rechazó toda forma de paganismo e idolatría; un hombre que nunca celebró su cumpleaños y que jamás tuvo la pretensión de ser celebrado y mucho menos adorado…

…Navidad es la época del año con mayores ventas de alcohol y mercancía, con mayor cantidad de accidentes de tráfico y suicidios. La época de las luces de colores, en que las casas son adornadas y las familias se unen o desunen alrededor del árbol, el pesebre, la música y las botellas…”

¿Qué pienso yo de la Navidad? Después de mi extensa investigación –pido disculpas por ello- puedo concluir que para mí, a pesar de sus realidades y contradicciones, es una época que marca un remanso en el que el corazón anhela más que nunca sentir paz. Es respirar el aire invernal, mirar el rostro de las personas en la calle, sentir nuestros pulmones inundados con el aroma de las cañas y las limas. Palpar a mis semejantes: amigos, hijos, familia cercana o lejana a través de un abrazo que nos hace sentir a todos  más vivos que nunca son momentos irrepetibles. Sentarme en torno a una mesa en la que no cabemos de tantos que somos y mirar a mis primos –cómplices de travesuras en la infancia-, mis tías a las que solamente puedo ver una o dos veces al año, los lugares vacíos de los que se han ido, mis padres más viejos pero vivos y contentos, mis hijos corriendo junto a la  nueva generación, mi esposo a mi lado, los amigos presentes en mi corazón es vivir y hace que mi alma se llene de una callada satisfacción por estar ahí.

Creo que la Navidad no es un hecho sino una actitud y puede ser tan grandiosa o desgraciada como nosotros queramos hacerla porque el espíritu de la Navidad está en el interior de cada uno y corresponde a cada quien darle el verdadero sentido con actos simples y cotidianos como decir una oración para que Dios ilumine la noche de los desventurados.

¿Cuántos de nosotros haremos un alto esa noche para decir una oración por aquellos que dormirán en una banqueta? ¿Por la madre que busca a su hijo desaparecido?  ¿Por los que lloran a un ser querido aún tendido en espera de ser sepultado aunque el calendario marca que es Navidad y todos debieran celebrar? ¿Por el preso al que nadie visita, y más aún, por el prisionero que perdió su libertad siendo inocente? ¿Y por las decenas de familias que han quedado mutiladas e incompletas a manos de la delincuencia y el crimen organizado?

Estoy conciente de que muchos en vez de celebrar padecerán la guerra, la orfandad, el hambre, el duelo,  la enfermedad y el desamparo pero volverme amargada no solucionará las cosas, en cambio sí puedo poner mi granito de arena incluyendo en mi lista de regalos un juguete para un niño pobre, mi esposo y yo tenemos la costumbre de salir en la tarde de Noche Buena para comprar comida preparada que obsequiamos a la primer persona en situación de calle que encontramos en el camino ¡Y qué bonito se siente hacerlo! Entonces podemos ir a dormir con el alma llena de gozo y satisfacción por haber sido parte de una verdadera Navidad ¿Se imaginan si cada uno de los que leen y leerán este texto hacen lo mismo? ¿Cuántas personas que no comerían nada ese día podrán cenar decentemente? Eso…Es Navidad

La Navidad es un solo día pero el milagro que representa es eterno como eterna debe ser la felicidad en nuestro espíritu coincidan o no las fechas, sean o no una invención del hombre y no un mandato divino. ¿Qué más da si se trata de dar y darse, de llamar a los amigos lejanos y visitar a los cercanos? Nos da algo que hacer…en familia, y eso, en ninguna manera puede ser malo. Es en estas fechas en que los sueños surgen con mayor fuerza y las ilusiones se avivan por la esperanza de una nueva etapa que está por comenzar junto a un año lleno de días sin usar a los que nosotros daremos forma y sentido con nuestras acciones y pensamientos.

¿Y qué me dicen del niño oculto que llevamos dentro? ¿Acaso no es dentro de esas jugueterías repletas de novedades en que surge espontánea y libremente como nunca antes? Por lo menos a mí si me sucede. Suelo ser yo quien grita entusiasmada antes de que lo haga mi niña ante la visión de una casita de muñecas de ensueño, por ejemplo. En diciembre es cuando más miradas se elevan al cielo. Es una época hermosa  porque le regala cosas hermosas a nuestra existencia recordándonos que más allá de la rutina y los conflictos diarios…estamos vivos.

Nadie está a salvo de la Navidad con todo y sus ardides publicitarios. Nadie puede abstraerse de los colores verdes y rojos que dominan las habitaciones, del cielo estrellado, más estrellado que nunca, del perfume del pino que trae sutiles recuerdos consigo, del verso de algún villancico, la cadencia de una pieza musical…el Himno a la Alegría de Beethoven, las lágrimas que no se pueden reprimir al ver a nuestros hijos con sus trajecitos de duendes cantando “Por eso y muchas cosas más ven a mi casa esta Navidad…” Simplemente, estos tiempos forman parte de las cosas bellas de la vida que son gratas, porque Navidad es esperanza, es sinónimo de milagros, de fe y de amor profundo.

Hay muchos suicidios en esta época…puede ser…la soledad es muy grande, sobretodo cuando no queremos ver las maravillas que hay a nuestro alrededor. Jesús pudo haber sido un ser lleno de tristeza y amargura porque en lugar de haber nacido en el confort de una casa, siendo quien es, tuvo que venir al mundo en medio de la noche y en un pesebre. Pero lo importante no es eso, lo trascendental es que nunca estuvo solo: lo acompañaban sus padres, los animalitos, los Reyes Magos, ángeles que bajaron del cielo, los pastorcillos y los corazones de la gente que creía y esperaba por él. Si los Reyes Magos hubiesen pensando con tal amargura seguramente ni siquiera habrían notado la presencia de la estrella de Belén en el cielo y la historia no hubiera sido igual.

Así que de nosotros depende hacer de la Navidad lo que debe ser ¿Ya tienen sus regalos listos bajo el árbol? Estoy segura de que sí, pero no todos, hace falta uno, el de la persona más importante en el mundo: ustedes mismos. Regálense la oportunidad de perdonar, la dicha de vivir en paz consigo y con los demás. Porque ¿Acaso la Navidad no es sinónimo de reflexión, amor y paz?

¡FELIZ NAVIDAD!!!!!!!!

Elena Ortiz Muñiz

Para la realización de esta investigación fueron consultados:

  • “Revista Agarabía. La revista que genera adicción” Número 87. Directora General  María del Pilar Montes de Oca Sicilia. Diciembre 2011. México, D.F.

 

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