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Los Reyes Magos: 

El evangelio según San Mateo cuenta que unos Magos vinieron de Oriente buscando al nuevo rey que habría de nacer. Se asume que eran sabios o astrónomos  llamados magos porque hace 2,000 años así se nombraba a los consejeros y filósofos reales. Hasta el siglo 3 en que el Papa San León estableció que eran tres no se sabía en realidad cuántos eran. Ellos seguían la Estrella de Belén cargados de regalos para el nuevo rey, por ello, desde siempre han sido vistos como seres bondadosos. La tradición es quien les ha puesto nombre y rasgos específicos a cada uno:

  • MELCHOR Era un anciano de piel blanca con largas barbas y pelo gris. Su regalo para Jesús era oro representando su naturaleza real.
  • GASPAR Joven moreno que arribó cargado de incienso, por eso representa la naturaleza divina de Jesús
  • BALTASAR. De raza negra y barbado. Su regalo es mirra que representa el sufrimiento futuro del Mesías y su muerte.

Los restos de los reyes Magos estuvieron en Constantinopla (Antes Bizancio y hoy Estambul, en Turquía) durante 300 años. Después fueron trasladados a Milán en donde permanecieron durante cinco siglos hasta que el Emperador Barbarroja en 1162 saqueó la ciudad y en un acto de nobleza decidió respetar los restos de los Reyes Magos entregándolos al arzobispo Reinald de Dassel en 1164 para que los pusiera a salvo, quien inmediatamente los trasladó a la Catedral de Polonia en Alemania. Ahí se encuentra la capilla de los Tres Reyes Magos donde está el relicario que es aparentemente un cofre labrado bellamente trabajado, aunque en realidad consta tres sarcófagos con los restos mortales de los milenarios personajes unidos verticalmente. Están elaborados con madera revestida de oro y plata y aderezados con piedras preciosas y un total de 74 figuras en bajo relieve. En total pesan 350 kilogramos. La fiesta de los Reyes Magos se celebra el 6 de enero y se denomina EPIFANÍA que significa Manifestación de la divinidad de Cristo a los gentiles, es decir, a los pueblos que en la antigüedad no eran judíos.  En Oriente, durante muchos años, era ésta la fiesta que se celebraba y no la Navidad.

Durante mi investigación encontré muchos sitios de Internet en donde la gente expresaba su desagrado al leer la historia del nacimiento de Jesús y el origen de la Navidad afirmando que se sentían engañados y defraudados pero la iglesia católica y protestante argumenta que el hecho de rendir homenaje a Dios no es una ofensa a nadie porque mientras el corazón y la mente estén enfocados a venerarlo no importa la historia ni los medios utilizados.

Los Testigos de Jehová y algunas iglesias de la Reforma creen que llevar a cabo fiestas paganas para adorar a Dios es una contradicción y una gran blasfemia que se centra no en la fe sino en la costumbre de dar regalos materiales, consumir bebidas embriagantes y comer hasta hartarse, y no es así como se gana el favor de Dios.

Para los calvinistas la Navidad es una invención humana sin más connotaciones. Mientras que los puritanos afirman que Jesús jamás habría aprobado esta celebración

Es necesario regresar a la investigación de Néstor Pedraza para citarlo nuevamente: “La Navidad es una fiesta instaurada para celebrar recurriendo a tradiciones paganas el nacimiento de un hombre que en vida rechazó toda forma de paganismo e idolatría; un hombre que nunca celebró su cumpleaños y que jamás tuvo la pretensión de ser celebrado y mucho menos adorado…

…Navidad es la época del año con mayores ventas de alcohol y mercancía, con mayor cantidad de accidentes de tráfico y suicidios. La época de las luces de colores, en que las casas son adornadas y las familias se unen o desunen alrededor del árbol, el pesebre, la música y las botellas…”

¿Qué pienso yo de la Navidad? Después de mi extensa investigación –pido disculpas por ello- puedo concluir que para mí, a pesar de sus realidades y contradicciones, es una época que marca un remanso en el que el corazón anhela más que nunca sentir paz. Es respirar el aire invernal, mirar el rostro de las personas en la calle, sentir nuestros pulmones inundados con el aroma de las cañas y las limas. Palpar a mis semejantes: amigos, hijos, familia cercana o lejana a través de un abrazo que nos hace sentir a todos  más vivos que nunca son momentos irrepetibles. Sentarme en torno a una mesa en la que no cabemos de tantos que somos y mirar a mis primos –cómplices de travesuras en la infancia-, mis tías a las que solamente puedo ver una o dos veces al año, los lugares vacíos de los que se han ido, mis padres más viejos pero vivos y contentos, mis hijos corriendo junto a la  nueva generación, mi esposo a mi lado, los amigos presentes en mi corazón es vivir y hace que mi alma se llene de una callada satisfacción por estar ahí.

Creo que la Navidad no es un hecho sino una actitud y puede ser tan grandiosa o desgraciada como nosotros queramos hacerla porque el espíritu de la Navidad está en el interior de cada uno y corresponde a cada quien darle el verdadero sentido con actos simples y cotidianos como decir una oración para que Dios ilumine la noche de los desventurados.

¿Cuántos de nosotros haremos un alto esa noche para decir una oración por aquellos que dormirán en una banqueta? ¿Por la madre que busca a su hijo desaparecido?  ¿Por los que lloran a un ser querido aún tendido en espera de ser sepultado aunque el calendario marca que es Navidad y todos debieran celebrar? ¿Por el preso al que nadie visita, y más aún, por el prisionero que perdió su libertad siendo inocente? ¿Y por las decenas de familias que han quedado mutiladas e incompletas a manos de la delincuencia y el crimen organizado?

Estoy conciente de que muchos en vez de celebrar padecerán la guerra, la orfandad, el hambre, el duelo,  la enfermedad y el desamparo pero volverme amargada no solucionará las cosas, en cambio sí puedo poner mi granito de arena incluyendo en mi lista de regalos un juguete para un niño pobre, mi esposo y yo tenemos la costumbre de salir en la tarde de Noche Buena para comprar comida preparada que obsequiamos a la primer persona en situación de calle que encontramos en el camino ¡Y qué bonito se siente hacerlo! Entonces podemos ir a dormir con el alma llena de gozo y satisfacción por haber sido parte de una verdadera Navidad ¿Se imaginan si cada uno de los que leen y leerán este texto hacen lo mismo? ¿Cuántas personas que no comerían nada ese día podrán cenar decentemente? Eso…Es Navidad

La Navidad es un solo día pero el milagro que representa es eterno como eterna debe ser la felicidad en nuestro espíritu coincidan o no las fechas, sean o no una invención del hombre y no un mandato divino. ¿Qué más da si se trata de dar y darse, de llamar a los amigos lejanos y visitar a los cercanos? Nos da algo que hacer…en familia, y eso, en ninguna manera puede ser malo. Es en estas fechas en que los sueños surgen con mayor fuerza y las ilusiones se avivan por la esperanza de una nueva etapa que está por comenzar junto a un año lleno de días sin usar a los que nosotros daremos forma y sentido con nuestras acciones y pensamientos.

¿Y qué me dicen del niño oculto que llevamos dentro? ¿Acaso no es dentro de esas jugueterías repletas de novedades en que surge espontánea y libremente como nunca antes? Por lo menos a mí si me sucede. Suelo ser yo quien grita entusiasmada antes de que lo haga mi niña ante la visión de una casita de muñecas de ensueño, por ejemplo. En diciembre es cuando más miradas se elevan al cielo. Es una época hermosa  porque le regala cosas hermosas a nuestra existencia recordándonos que más allá de la rutina y los conflictos diarios…estamos vivos.

Nadie está a salvo de la Navidad con todo y sus ardides publicitarios. Nadie puede abstraerse de los colores verdes y rojos que dominan las habitaciones, del cielo estrellado, más estrellado que nunca, del perfume del pino que trae sutiles recuerdos consigo, del verso de algún villancico, la cadencia de una pieza musical…el Himno a la Alegría de Beethoven, las lágrimas que no se pueden reprimir al ver a nuestros hijos con sus trajecitos de duendes cantando “Por eso y muchas cosas más ven a mi casa esta Navidad…” Simplemente, estos tiempos forman parte de las cosas bellas de la vida que son gratas, porque Navidad es esperanza, es sinónimo de milagros, de fe y de amor profundo.

Hay muchos suicidios en esta época…puede ser…la soledad es muy grande, sobretodo cuando no queremos ver las maravillas que hay a nuestro alrededor. Jesús pudo haber sido un ser lleno de tristeza y amargura porque en lugar de haber nacido en el confort de una casa, siendo quien es, tuvo que venir al mundo en medio de la noche y en un pesebre. Pero lo importante no es eso, lo trascendental es que nunca estuvo solo: lo acompañaban sus padres, los animalitos, los Reyes Magos, ángeles que bajaron del cielo, los pastorcillos y los corazones de la gente que creía y esperaba por él. Si los Reyes Magos hubiesen pensando con tal amargura seguramente ni siquiera habrían notado la presencia de la estrella de Belén en el cielo y la historia no hubiera sido igual.

Así que de nosotros depende hacer de la Navidad lo que debe ser ¿Ya tienen sus regalos listos bajo el árbol? Estoy segura de que sí, pero no todos, hace falta uno, el de la persona más importante en el mundo: ustedes mismos. Regálense la oportunidad de perdonar, la dicha de vivir en paz consigo y con los demás. Porque ¿Acaso la Navidad no es sinónimo de reflexión, amor y paz?

¡FELIZ NAVIDAD!!!!!!!!

Elena Ortiz Muñiz

Para la realización de esta investigación fueron consultados:

  • “Revista Agarabía. La revista que genera adicción” Número 87. Directora General  María del Pilar Montes de Oca Sicilia. Diciembre 2011. México, D.F.

 

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