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De la serie cuentos de una hoja para adolescentes


En las postrimerías del siglo pasado, cuando recién comenzaban a escucharse en nuestro puerto de ultramar, las primeras bocinadas a vapor de los buques mercantes, llegaban hasta nuestras costas, desde los más recónditos países del mundo, grandes naves que surcaban las rutas marítimas en busca de nuestros productos. En muchos de esos barcos mitad de carga y mitad de pasajeros solían llegar miles de inmigrantes, con su esperanza abierta y brazos dispuestos a construir su futuro, sus ojos dejaban otros soles y buscaban nueva luz en nuestras tierras, abandonaban sueños del pasado que no se cumplieron pero traían otros nuevos.

La actividad pesquera cobro fuerza, aparecieron talleres navales y nuevas profesiones.


En La Boca vivía gente laboriosa, que desarrollaba diversas actividades, estaban en la tierra prometida, pero el pan prometido era muy difícil de conseguir.


Comenzaron a aparecer algunos, cuyos sueños no se cumplían como sus años, fueron poblando boliches para ahogar en alcohol sin brindis, el dolor de sueños truncos.


Sus muelles, al cabo de años se poblaron de viejos barcos radiados de servicio.


En las noches de invierno estas siluetas agónicas semejaban formas espectrales, estremecía ver cuando alguno que cansado de flotar inútilmente, se hundía cuando las aguas se abrian paso a través de la herida de muerte que la herrumbre le abría en su metálico vientre. sus bodegas se inundaban con rugientes borbotones, la mole se inclinaba y un rechinar metálico era su último grito. Al tocar fondo, la poca profundidad, permitía que afloraran parte de casco y los mástiles surgían elevados como brazos pidiendo ayuda. A un costado, en su banda, apenas podían verse ya sus nombres borroneados, marcando inútiles mojones.


En algunos de esos barcos solitarios, solían pernoctar y aun vivir, algunos a los que que su fortuna les había sido esquiva y la vida, también como a aquellos, los había radiado.


Eran unos pocos que sobrevivían por milagro y en los mejores casos ayudados por su habilidad para la pesca costera.

 

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