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Ir a: La absurda prepotencia del adulto frente al joven ("Seguiré viviendo" 73a. entrega)El dolor me despertó temprano. La enfermera vencida por el tedio se había dormido en el sillón. En el piso estaban sus zapatos blancos; sobre el asiento sus piernas recogidas; sus brazos pegados al pecho, atrapando calor en la mañana gélida; y su cabeza flexionada, aproximando el mentón contra sus manos. Una frazada calurosa, pero mal dispuesta, escasamente la cubría. No quise despertarla y aguanté el dolor sabiendo que de todas maneras el calmante llegaría.«El dolor es subjetivo», dije para mí, y me distraje en los placeres del amanecer. Me gustaba que quedara abierta la cortina para ver colarse las luces de la madrugada. Me fascinaba el...

Ir a: Yo profesor me confieso (3) Capitulo cuatro Segunda Estación Escuela Bolívar Nueva Durante el periodo de vacaciones finales y unos meses más, a velocidades alarmantes construyeron un edificio de dos plantas, con catorce salones, vivienda para el profesor-celador, antejardín y patios para el recreo. Como llegaron muchos niños, nos trasladaron a casi todos los profesores de la casa vieja y de otras escuelas a la nueva sede de la nueva sede de la...

Ir a: Yo profesor me confieso (2) TRES Los fines de semana en mi pueblo y en mi barrio programábamos competencias deportivas atípicas como carreras de carros con ruedas esferadas (las balineras o cojinetes que les quitan a los carros de algunas partes del motor). Estas carreras nocturnas, inspiradas en las películas con pandillas juveniles de EEUU, las realizábamos de diez de la noche en adelante y no dejábamos dormir a nadie. Hasta que nuestros los...

Ir a: Yo profesor me confieso (1) CAPÍTULO DOS Continúa mi relato de lo ocurrido durante ese primer año de trabajo que fue el inicio de una larga marcha como educador. Con Oliva fue otro cuento; ella me dijo que era mi mamá en mi trabajo y yo le creí y me ofreció la casa y resulté viviendo en ella, la casa, no Oliva, pero igual yo no tenía privacidad; el hijo mayor de ella, que tenía mi edad y mi talla,  se...

Ir a: Cartas a una amante (8) Éste soy, debes conocerme Éste que conoces, consentidor y tierno, también tiene en sus venas sangre en ebullición, savia indomable. Por eso me proclamo libre de amar y profesar afectos, amo de mi libertad y señor de la voluntad  que Dios y la naturaleza me entregaron. Por ella lucho hasta la muerte.  No me someto a las hipócritas reglas de los hombres, sólo atiendo a mi razón y a mi...

UNO Era mi primer día de trabajo. Salí de la Secretaría de Educación, de la capital de la República, con un papel en las manos que me decía el nombre de mi jefe y la dirección donde debía presentarme a trabajar como educador de la niñez; para mí, igual si estuviera escrito en griego, no tenía idea donde demonios podía quedar la susodicha escuela, había pasado los últimos seis años...

  Ir a: La igualdad ("Seguiré viviendo" 72a. entrega)«¿Dónde quedan los derechos de los niños? ¡Sólo faltaba que un vecino amargado con el recuerdo de una infancia miserable venga a arrebatarles la felicidad del juego! El vecino ofendido evitó la confrontación y con un golpe que estremeció el vidrio se alejó de la ventana y del alboroto que armaban los pequeños. Entonces supe que el quejoso sí había escuchado mi protesta. Sin inmutarme di la cara a los infantes y les guiñó el...

Ir a: Cartas a una amante (7) Un complicado paradigma Me dice la experiencia que tratar de reunir en un solo ser  todas las virtudes que el hombre anhela en su pareja no es posible. ¿Cuántas veces es una misma mujer la mejor amiga, la mejor confidente, la mejor compañera, la mejor madre, la mejor ama de casa y la mejor amante? Casi nunca. No son más que esperanzas que se frustran y energías que se pierden en pos de un modelo que con...

Ir a: No existe el enamoramiento eterno ("Seguiré viviendo" 71a. entrega)«Doctor, la igualdad no es más que una frase de cajón», me dijo la enfermera, que es una auxiliar que pronto recibirá el grado de socióloga. Le cambia con frecuencia turnos a otra de las enfermeras que me atiende. Llega de noche. De día estudia en la universidad. Trae libros para preparar materias, pero casi siempre el trabajo frustra su intención; peor aún, el trasnocho le cobra en clase las horas de sueño que le...

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