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Ir a: La Biblia, palabra de Dios… ¿o de los hombres? (“Seguiré viviendo” 63a. entrega)Decía mi abuela que la leche era cada vez más ácida, que los periódicos hacían cada día la letra más pequeña, que los bombillos cada vez costaban más e iluminaban menos. Cuando yo la veía acercando y alejando los textos de sus ojos, sin poder ver con nitidez los caracteres, entendía que la culpa no era del periódico, sino de su presbicia. Y probaba la leche y era la de siempre. No era la leche, sino sus chocheras. Le decía: «Abuela tus papilas gustativas se chiflaron». Porque todo sin haberle variado la receta, siempre le resultaba diferente. Todo le parecía insípido, salado o excesivamente dulce; muy frío o muy caliente. Pese al esmero con que...

Ir a: Cartas a una amante (1) Nuestra primera cita Junio 3 Querida Paola: Estoy feliz de haberte conocido. Temí que no llegaras a la cita. Te ves tan diferente sin el uniforme elegante que exige tu trabajo, pero tan hermosa y tierna como siempre. ¡Qué agradable eres! Tu sencillez y la bondad con la que hablas me tienen conmovido. Nunca creí que nos hermanaran las mismas desventuras. Gracias por revelarme cosas tan privadas de tu vida. Gracias por...

Ir a: El triunfo de la medicina (“Seguiré viviendo” 62a. entrega)La cara que se asomaba aprovechando la puerta entreabierta no era conocida para José, pero la invitó a pasar para ponerla a salvo de su vacilación. Por algún momento pensó en la interconsulta pendiente con sicología, pero reparó que los profesionales de la salud entran y salen de los cuartos de hospital como Pedro por su casa. Hasta el momento no había conocido médico o paramédico que pidiera permiso para seguir; ni siquiera...

Ir a: ¡Soy chofer y qué! (2) LA CAGUE, COMPADRE CARLOS…  Nunca tomo demasiado, es más, casi nunca bebo; el bus que manejo es la base de mi sustento, no sé hacer nada mas, y el de mi mujer y mis hijos que son lo más importante de mi vida. Contra todo lo que muchos creen, los choferes también tenemos alma y sentimientos; llevo nueve años casado y felizmente casado, mi mujer es una verraquera de mujer, y mis hijos una...

Las primeras impresiones* Mayo 20  Paolita: Hoy ha vuelto a encontrarse mi mirada con el motivo de mis últimos desvelos. Confinado a la única mesa libre que encontré en la fonda, calmé contigo mi impaciencia, entretenido en tu ir y venir, en el ágil desplazamiento de tu cuerpo, de la mesa al mostrador, en cadencioso movimiento.  ¡Qué delicioso y  lúbrico ejercicio! Gracias a ti la aborrecida espera, se...

Ir a: Los dogmas, el placer y el sexo (“Seguiré viviendo” 61a. entrega)Llegué a la clínica por primera vez tras un vómito de sangre que sin tratarse hubiera podido adelantar mi muerte. Tiempo después, volví para quedarme. Todos repetimos una mentira que nunca nos creímos: que volvería a la casa. No es que mi estancia en el hospital, en contra de lo razonable se prolongue; la que se prolonga es mi estancia en este mundo. Por mi lecho sopla un aire fúnebre. Mi alta tiene en la morgue una...

Ir a: Un deterioro imperceptible (“Seguiré viviendo” 60a. entrega)«¿Todo lo que huele a sexo ha de ser pecaminoso?», le preguntaba José a Javier, admirado de las cohibiciones preconizadas por la Iglesia. Y la repuesta después de una larga argumentación siguió siendo la misma: «El sexo es puro dentro del matrimonio, solamente por amor y nunca por deseo». Para José, acérrimo defensor de las relaciones prematrimoniales, más aun, de las extramatrimoniales, en las que veía el amor más...

Ir a: ¡Soy chofer... y qué! A SU COMPADRE LO QUIEREN BAJAR Yo venía de regreso de la capital completando un recorrido cuando quedé atrapado por un trancón, ahí adelante, cerquita, en la curva de San Martín de Porres. Como no se movían los carros en ninguna de las dos direcciones de la carretera con dos únicos carriles, envié a mi ayudante para que averiguara la causa del bloqueo, a la fija un accidente- pensé-...

Ir a: Todo es relativo, todo es cuestionable (“Seguiré viviendo” 59a. entrega)La tarde se había ido tratando de calmar un dolor que no cedía con nada. Desperté en la noche más sereno. Adela, la enfermera, me hizo un relato pormenorizado de los medicamentos que tuvieron que aplicarme. «De paso lo durmieron», me dijo, resaltando el doble efecto de los potentes analgésicos: hipnótico y calmante. Me preguntó que prefería, si ver televisión u oír la radio. Al saber que me era indiferente...

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