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     -No.


     -¡Qué cínico llegas a ser!. Si por mí fuera, todavía te quedarías durante una buena temporada en el pabellón.


     -Bueno…, por suerte para mí, el juez opina lo contrario que usted.


     -Tengo otra cosa más que decirte. Después de hablar con tus padres sobre tu libertad y de ser bastante franco en lo relativo a lo que pienso sobre ti, como es lógico, ellos tienen miedo. No es aconsejable que vivan bajo el mismo techo que tú y por ahora debéis mantener las distancias. Para evitar los problemas del reencuentro, me han dado las llaves de la casa de las afueras del pueblo para que te las entregue y vivas en ella. No quieren verte ni saber nada de ti. Cada final de mes, te ingresarán una cantidad de dinero en tu cuenta corriente para que puedas vivir sin trabajar y para tus medicamentos.


     -¡Vaya!. ¡Las ratas abandonan el barco que se hunde y lo dejan a la deriva!.


     -No tienes derecho a emitir ese juicio sobre tus padres. Ellos han hecho todo lo que podían hacer por ti. Ahora eres tú quién debe comenzar a cuidarse. Por otro lado, yo les aconsejé que se mantuvieran a distancia. En mi opinión no estás todavía estable y acarrearás alguna desgracia.


     -Gracias doctor por sus palabras de aliento –ironizó Daniel.


     -Lo último que pienso hacer es mentirte, no tengo ninguna necesidad de ello. Si no tomas la medicación, recaerás de nuevo. Las voces y las alucinaciones volverán y con ellas todos los demás problemas.


     -Y… ¿Qué espera usted de mí?. ¡Yo quiero vivir, quiero sentir!. No estoy dispuesto vagar sedado por la vida.


     -No tiene caso que continuemos con esta conversación. Eres lo suficientemente mayorcito como para considerar y asumir las consecuencias de tus actos. Aquí tienes la baja en el centro, ya puedes recoger tus cosas y marcharte cuando quieras. Ojalá no vuelva a verte entrando por la puerta del hospital.


     -No sé si tomarme eso como un cumplido –dijo el muchacho levantándose de la silla.


     -Espera, toma este frasco, es tu medicación para una semana. Este es un papel para tu medico, en él se detalla tu diagnostico y la medicación a seguir. Lo que hagas a partir de aquí es asunto tuyo, si quieres ir al médico vas y si no es tu decisión.


El doctor sacó un sobre cerrado del cajón de su escritorio y se lo entregó a Daniel.


     -Este dinero me lo dieron tus padres para que te costeases el viaje de vuelta y tuvieses algo hasta que fueras al banco.


     -¿Supongo que tengo que darle las gracias doctor?.


     -No, es mi obligación.


     -Hasta pronto doctor Sánchez.


     -Hasta nunca.

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