El romanticismo de su poesía
El personaje de los poemas y las prosas de Meira es fundamentalmente un poeta romántico, asociado a la niñez, al cultivo de la mirada pura y espontánea, al encuentro integral --sensorial, sensible, imaginativo-- con la realidad, sin las gríngolas de la razón ni las máscaras de la madurez, sin componendas ni hipocresías. El Poeta, para la autora es, como el niño, un soñador incorregible, alocado, arbitrario, que descubre día a día, el mundo, y busca recuperar esa visión desnuda, sin afeites ni cosméticos, sin afán de poder o lucro o dominio, sin pragmatismos, añoranzas de la infancia: mirada que no mata el misterio ni la maravilla y procura privilegiar las razones del corazón. Es una Poesía que deviene en gran parte Naturalista, de la primera impresión que la naturaleza causa en ella, despojada de procesos azarosos de orfebrería de las palabras.
Esta visión se apoya en un imaginario cultural prestigioso y añejo con vagas resonancias medievales, poblado de doncellas, castillos, objetos mágicos, magos, atalayas y juglares enamorados, reminiscencia remota del romanticismo, pero acendrado, afirmativo, sin arrebatos ni patetismo, que mira el mundo y la historia desde una perspectiva estética y pretende hacer de la vida una entrega cotidiana de hermosura. Los valores que Olga Chams encuentra encarnados en la vida de la escritora barranquillera Amira de la Rosa ([[Amira Arrieta McGregor]], autora del Himno de Barranquilla) --personalidad, subjetividad, señorío, autenticidad, alteza, americanismo, dedicación insomne al ejercicio de los sueños y al quehacer de la esplendidez-- son, en gran medida, los que orientan su propia vida y se contraponen a la impersonalidad, la dureza de las pragmáticas hormigas calculadoras y ahorrativas, la bajeza, la vulgaridad, el egoísmo, la deshumanización y la crueldad. No obstante ese mundo hostil, gregario y deshumanizado estará ahí atormentándola, como aguijoneo también a los grandes poetas piedracielista… recordemos el famoso ANARKOS de el gran poeta Payanes Guillermo Valencia. Visión del ser como autoafirmación --en la mejor estela poética de [[Rubén Darío]], [[Jorge Guillén]], [[Antonio Machado]], [[Juan Ramón Jiménez]], [[Gabriela Mistral]] y [[Juana de Ibarbourou]]--, Meira practica la fe metódica: lo suyo es creer y hacer creer en unos valores básicos fuera del odio y dentro de la justicia; a las flores del mal de Baudelaire y la duda cartesiana, opone la práctica del bien, la nobleza espiritual, la riqueza interior, la defensa de una estética que es, a su vez, vía de perfección verbal y humana, marcha ascendente hacia la plenitud vital. Aunque en esta búsqueda, presentía, que ella era más bien como una vela al viento... en los versos del gran poeta... [[Porfirio Barba Jacob]]…
Hay, pues, en esta estética una honda proyección ética: la conciencia del poeta no es sólo artística, sino moral, y ética, está regida por una esencial afirmación de la vida, la alegría, la inocencia infantil, la cortesía, el respeto al otro, la libertad. Como en Gabriela Mistral, la gran poetisa Chilena, en la visión del mundo del poeta subyace una suerte de pedagogía lírica inspirada en la belleza de la naturaleza, en el sentimiento panteísta que proclama la fusión del yo con el todo; y en las virtudes cristianas (amor fraterno, bondad, compasión, sumo bien y suma belleza ética y estética), que persigue la salvaguarda de la moral, a su manera. Estética y ética que tiene en su base, la comunión desinteresada con su prójimo, la equidad social, el compromiso con los humildes y desvalidos, y la certeza en la trascendencia, mas allá de la muerte, con la cábala y el misterio del cuarto [[Evangelio de San Juan]].. Dichosos y bienaventurados aquellos que creen, aunque no hallan visto…nada...
Su mirada a la poesía
Las prosas de Meira definen, en términos que la retratan, su visión del poeta y la poesía. Meira usa el término ´poeta` en su sentido antiguo: el que predice, anuncia, vaticina, profetiza, es decir, el que ve más allá de la mirada y oye lo inaudible. Iluminado, vidente, rebelde contra toda afrenta a la dignidad humana bajo los falsos postulados de la ley y del orden, el poeta es un ser excepcional, dueño de un don que le ha sido otorgado como por milagro, el cual le permite acceder a un conocimiento profundo: la sabiduría del amor, en el pleno sentido de la palabra, del amor filial, del amor familiar, pero también del amor desinteresado por la suerte de toda la humanidad… ella sabe que el poeta, ha de ser voz, de los que no tienen voz, y que su canto puede vibrar con la tragedia de todos los que sufren ,por motivos aparentemente diversos, y sin embargo marcados ,por la incertidumbre, de nuestra precaria Condición Humana.
Para Meira, tres escritores encarnan explícitamente este modelo: Gabriela Mistral, mujer "muerta de sed a la orilla reseca de su amor imposible", con "su habla de seda y quemadura," quien "trascendía lo simplemente humano, y se aproximaba, al talento que señala y distingue a los tocados por el fuego", un ser que no sólo supo "crear belleza, consolar con la ternura", sino también "enarbolar la bandera en favor de un mundo más armónico", emprender la "defensa de la infancia y de los desvalidos"; [[Kalil Gibran]], "filósofo que fija normas de alteza a la conducta, místico que busca a Dios sin desdeñar la amistad del barro y de la rosa, ser en permanente enseñanza de amor y de verdad"; y Amira de la Rosa, a quien vio como uno de esos seres privilegiados que "vienen a la tierra para enseñar la lección de la belleza en términos de finura espiritual". Implícita, silenciada quizá por la forzada suspensión de la columna, quedó la vida y la obra de una narradora caribeña que ejerció gran influjo sobre los escritores hispanoamericanos de la época, Teresa de la Parra: Las memorias de Mama Blanca, su decisión de recuperar el tiempo ido, gravitan de manera fecunda sobre las prosas de Meira.