Fue Alejandro quien le enseñó a Juan Carlos que las tres de la tarde eran en realidad las quince horas, y que las seis menos veinte eran las diecisiete cuarenta; Fue él quien le dijo con orgullo que TALGO significa Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol; y que hasta los americanos habían mostrado interés por comprar algunas unidades de esa maravilla en forma de tren. Y fue Alejandro quien mostraba a Juan Carlos y a Pilar, cuando iban alguna tarde de verano a buscarle a la estación al final de la jornada, cómo funcionaba el micrófono por el que anunciaba las llegadas, salidas ... y los retrasos. Fue Alejandro quien retaba a Juan Carlos a adivinar por el sonido el tipo de tren que se acercaba por los "Tres Pasos". El Talgo susurrante, el ruidoso Expreso, el traqueteante "chispa", el estruendoso "mercancías"...
En los últimos años, RENFE cambió el nombre de Enganchador por el de "Especialista de Estación". Alejandro lo contó ufano un día, mientras comían. Pero ya entonces Juan Carlos y Pilar se habían casado y vivían lejos, y ni el hijo menor, Angel, que soñaba con ser un famoso director de cine, ni Felisa, le prestaron mucha atención.
Cuando Alejandro se jubiló, durante años, en sus paseos diarios pasaba cada día por la estación. Y siempre me miraba, para ver cuánto tiempo tenía para llegar a casa a la hora convenida, que Felisa tenía el genio vivo y se enfadaba si llegaba más tarde de lo previsto.
Hace años que no le he vuelto a ver. Oí comentar a alguien que está ingresado en una residencia de ancianos, situada precisamente junto a la estación de Venta de Baños, y que, aunque su mente ya no funciona, y no conoce apenas a nadie, aún posee aquella mirada clara y serena y que aún levanta la cabeza cada vez que un tren lanza su potente silbido al aire, y a veces, balbucea suavemente: "Ese es el Talgo de Santander..."