Silvia aún no se atrevía a levantar la vista cuando se dio cuenta de que la bruja había comenzado a caminar.
—¿Acaso has decidido montar ahí el campamento? —dijo ésta, con sorna—. Grag ha llevado a esas malolientes bestias tan lejos que no encontrarán la pista de nuevo. Lo hiciste bien, muchacha. Si te hubieran descubierto no habría podido hacer nada por ti.
Silvia tomó sus cosas y echó a correr hasta ponerse al lado de la vieja.
—He tenido miedo...
—¿Miedo, dices? Terror es lo que hay que tener a un whorgo. Es la criatura más cruel que habita en Mendh—Yetah. Sólo los brujos de Iskhar les superan en crueldad. Teme a los whorgos y disfrutarás de una larga vida. Grag vendrá enseguida. Bueno, cuéntame: así que no te fue muy bien con el tal Julen...
—No.
—¿Qué ocurrió?
—Nada importante...
—Tuvo que ocurrir algo importante para que quieras borrar su marca de tu muñeca.
—Que no era como yo esperaba, nada más.
—Y ahora quieres borrar el símbolo...
—Sí. Usted podría...
—Cómo sois las jóvenes. Al primer desengaño apartáis el amor de vuestras vidas. ¡Ya no quiere la marca! Prefiere que rompa el hechizo. ¿No sería mejor cambiarlo por otro? ¿Qué tal una B?
—Preferiría no tener ningún tatuaje.
—Está bien niña, lo que prefieras. No tienes por qué enamorarte más.
—No quiero decir eso. Tal vez me enamore en otra ocasión.
—Ya. Tal vez...
—¿Me lo quitará?
—¿Quitártelo? ¿Por qué iba a hacerlo?
—Usted acaba de decir...
—No he dicho nada que me comprometa. Sólo que acepto que prefieras perder el tatuaje.
—Entonces ¿no me lo quitará?
—¿Qué me darás tú a cambio?
—No sé qué podría darle.
—¿Tal vez el grow de Uhrima?
—No puedo dárselo. Prometí devolverlo.
—Ya sé que prometiste devolverlo. ¡Qué manía tienes de recordarme las cosas! Pero acaso me lo entregues. Todo depende de qué necesites más: mantener una promesa o perder un tatuaje...