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Mejor siempre la indiferencia., vivir en la inanidad. Controlar el pulso, la ingestión de oxígeno. Mirar sin ver. Definitivo y animal.

Por mas vueltas que le doy  nunca logro estabilizarme. Me despeño o bien me inflo; me agacho después vencido para recoger los pedazos (el eterno retorno que he conocido).

Así van pasando los segundos. Consumido alrededor de un tercio. Días que nacen y mueren. Y me sonríen con sarcasmo.

-Ves, aquí entra el solo. Asiento y me embuto mi dosis, ya se dejan sentir los efectos. Es ahora cuando he de marcharme, lo pienso mas no abro la boca, no muevo si quiera un dedo. Z me mira, me miran sus labios, enrojecen y se abaten; ciertamente deseables. Si solo el supiera que no puedo ya moverme, que me recorre un hormigueo que ha paralizado todos mis músculos; espero que no lo note, si no estoy perdido.  Lo miro fijamente y consigo oscilar la cabeza, después entorno los ojos para que me haga en un limbo de sueños. Cuanto tiempo habrá pasado, necesito más minutos. Lentas unidades de tiempo (mis ojos semicerrados), tiempo para aniquilar mi presente (que me arrebata cada momento), el infierno, todo el tiempo del mundo. El mismo que ha visto a Z levantarse de la silla de repente, a Z pasar a mi lado, a Z salir del cuarto. Empiezo por fin a mover los brazos, las piernas, la cabeza; abro de golpe la boca y la dejo por completo abierta, intento caminar pero acabo sentándome en el suelo.

Cuando Z regresa me mira como si fuera otro; habla pero apenas oigo, sus ojos laten asustados. Quiero decirle que la quiero, que moriría de amor por ella; pero es entonces cuando me doy cuenta de que no puedo parar de reírme.

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