-Es inmanente al hombre, ningún hombre puede juzgar a otro hombre
-Que absurdo, yo te juzgo un imbécil, y precisamente porque no hay mas autoridad que la mía, según tú dices, te puedo juzgar, condenar, y si hiciese falta, castigar; los derechos y deberes son inventos del hombre, de un grupo de hombres, y no pueden existir sin una jerarquía previa, lo cual implica desigualdad; pero por esta vía en realidad no vamos a ninguna parte, así que voy a aceptar que todo hombre tenga derecho a satisfacer sus necesidades vitales
-De acuerdo
-Defínelas entonces
-Comer, dormir, educación, sanidad, vivienda...
-Comer... y si yo quisiera comer más de lo que me corresponde, qué sucedería?
-No podrías hacerlo
-Y mi libertad?
-Tu libertad agredería la de los demás
-Y por qué prevalece la vuestra sobre la mía?
-Porque somos más
-Y que?
-Que podemos someterte
-De manera violenta?
-En caso de necesidad sí
-Ya, pero, y si encuentro a una persona que quiera comer menos, podría en tal caso darme el exceso?
-No, el Estado intercambiaría ese exceso por otro tipo de bien
-Y si no quiere nada?
-Cómo no va a querer nada?
-Es una hipótesis
-Pero es estúpida, todos queremos más
-Y entonces, por qué habríamos de contentarnos con nuestras respectivas porciones
-Porque aquí interviene la educación, la cual nos mostraría los valores supremos
-Es decir, alienación, una cuestión de fe
-Llámalo como te parezca
-Y cuales serían esos valores?
-La solidaridad, el amor al prójimo, me empecé a reir: valores muy cristianos, y quién eligiría los valores, algún imbécil como tú?
-Las asambleas populares
-Anda maricona que se van a pegar los espaguetis
Tras el último comentario algo cambio dentro de él y perdiendo su habitual compostura me miró un poco ofuscado y tartamudeó un sentido reproche: Sabés lo que eres?, yo le sonreí, y con una mueca de tierna condescendencia dije: No te pongas sentimental padrecito. Él optó por evitar el enfrentamiento, y preguntó con una sonrisa y la voz aún temblorosa si había leído el Banquero anarquista, a lo cual yo contesté: la obra homógina de K. J. Marshall?
-No tontito de Pessoa, sabes quién es, Pessoa, Portugal
-Soni, Nyke, que hijodeputa mas culto
-Comemé la polla
-Ya te gustaría, ya, puta maricona
-Eres un desgraciado
-Ya, pero a que me quieres?, anda, imagínate que soy la chinita, o mejor, te imaginas que soy tu madre.
Tras todo aquello me sentí ridículo, se puede decir que avergonzado. Le hubiera pedido perdón, pero él me miraba con desprecio. Y quedaron así las cosas, no se porque no he vuelto a verlo; aunque aún me acuerdo de su cara, y de como me miró, al salir yo de la cocina.
A las tres de la tarde me visita karin, viene cargada de proyectos; los inmediatos me complacen, los futuros sin mi asentimiento; aunque ella, todavía no pueda saberlo. Ha traído un pan bagnant, queso y media botella de vino. Se sienta y bendecimos la mesa, tras lo cual ella dispone, yo regurgito el alimento.
Karin ha hablado de "nosotros", me ha incluido en su proyecto vital; que simpáticas son las mujeres. Mastico y la miro sin odio; quizás se note mi desprecio. Para qué me pregunto, siempre ando deconstruyendo. Necesito verla llorar, que se deshaga sobre mis hombros; y así ya nunca podré dejarla.
-Today we've learnt a sentence avec toutes les nasales
-Ah oui, which one?
-C'est un bon vin blanc
-...C'est vrai
- You like it
-I mean the sentence
- You like the wine or not?
-Ça va
Nos desnudamos por inercia, entra poca luz por la ventana; hemos comido ligero, pasamos del semen a la nada. La cama es demasiado pequeña; quiero que inmediatamente desaparezca. Intento no tocarla, su piel, sus dos caras, los gemidos satisfechos que no tenía que haber emitido. Baja frecuencia en su coño, seca y árida madriguera; Karin ya no es voluptuosa, no queda ya dónde meterla. Podría darle la vuelta, entreabrir apenas sus piernas, e imaginar que he osado violarla. La sodomía aniquila la culpa, los sueños, la moral, al menos mientras dura el lamento.
Ernesto?, Yes?, después insinúa que me quiere; coge mi mano, se da la vuelta, se queda casi al instante dormida. Permanezco en silencio, se disipa mi pulsión asesina; entonces me desprendo de su mano, me visto sin hacer ruido y salgo de la habitación.
Karin despertará sola; aplastada por un presentimiento. Reconocerá el cuarto, verá después la ropa, y empezará poco a poco a tranquilizarse. Se levanta y se viste, después corre hasta el cuarto de baño y le busca inútilmente; se demora a continuación en la cocina; compulsivamente mirará por la ventana. Entonces piensa que hace días que él la evita, que puede ser que la esté engañando (con alguien, en esta misma planta ) y recorre varias veces el pasillo deteniéndose a escuchar detrás de cada una de las puertas. Aunque quizás no sea eso, quiera él compensar mi extrañamiento; ha ido a comprar nuestra cena, después se pierde en un ensueño romántico.
Karin ha enhebrado su espíritu, vuelto al cuarto del que salió precipitadamente, allí se sienta a esperar, cuando él vuelve son casi las siete.